- Ésto es lo que tendrás que acatar, Joaquín. No tienes alternativa - dijo riendo maliciosamente el asqueroso alfa que le había tocado de padre.
- N-no quiero... - lloriqueó.
- Eres mi jodido hijo, harás lo que se te manda. - habló firme usando su...
- María, pero todos me llaman Mary, así que supongo que deberías llamarme así - sonrió.
- Mary, lindo nombre - admití.
- Gracias, tu nombre también es lindo.
- Eres una alfa. - afirmé más en vez de preguntar.
- Así es, soy una alfa cómo Leidy. - dijo firme - pero descuida, no debes tenerme a mí. No quiero terminar con mis extremidades fuera de su lugar.
Reí ante su comentario, en realidad, era la segunda alfa mujer que había conocido en toda mí vida.
- Eso ya lo he escuchado cómo unas tres veces hoy.
- Todos le tememos a Emilio - encogió sus hombros - es sentido común.
- Uh.. bueno..
- ¿Buscabas algo?
- Si, yo, uh buscaba la lavanderia
- Pues, la haz encontrado - señaló detrás de su hombro.
- Si, uh.. bueno, un placer haberte conocido, Mary.
- Lo mismo digo, Daniels.
Ella sonrió una última vez antes de seguir su camino, respiré hondo y me dispuse a caminar hacía mí objetivo.
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Entré al cuarto de lavado y allí estaba ella. Dada vuelta, con un canasto en sus manos, no quise omitir sonido alguno, pero un jadeo lastimero se escapó de mis labios.
Ella se giró y sus ojos se abrieron en mí dirección, su canasto se calló y tapó su boca con sus manos.
Sin esperar más, caminé hacía ella rodeando su cuerpo en un abrazo, ella rápidamente devolvió el gesto abrazándome aún más fuerte.
- S-sabía que eras tú.. lo sabía.. - dijo entre un sollozo.
