- Ésto es lo que tendrás que acatar, Joaquín. No tienes alternativa - dijo riendo maliciosamente el asqueroso alfa que le había tocado de padre.
- N-no quiero... - lloriqueó.
- Eres mi jodido hijo, harás lo que se te manda. - habló firme usando su...
Desde que había llegado, nunca había estado en el comedor, siempre había comido en la habitación, pero ahora estaba sentado en el regazo de Emilio, con la mirada penetrante del líder en mí todo el tiempo, el aire estaba tenso, todo el mundo podía darse cuenta de ello.
Tenía tanto miedo, les juro, nunca había tenido tanto miedo cómo ahora y no podía controlarme.
- Daniels, deja de temblar. - pidió en voz baja el rizado. - tu miedo está oliendose a kilómetros.
- L-lo siento, yo...
- ¿Qué tiene tu Omega, Emilio? - la gruesa voz de Juan hizo eco en todo el lugar.
- Es algo temeroso, padre. Tú presencia lo pone nervioso.
- Bueno...
- Juan.. - una dulce voz interrumpió lo que el líder estaba por decir.
- Niurka, querida. - el hombre se levantó rápidamente y tomó a la mujer entre sus brazos - ¿Qué haces aquí?
- Yo.. quería estar aquí, nunca he faltado a ninguna cena de bienvenida tuya.
- Pero, querida, no puedes.
- Me siento bien, Juan.
El hombre bufó para luego ayudar a su Omega a sentarse junto a él.
La mujer me observó y luego abrió sus ojos de par en par.
- ¿Uberto? - murmuró. - ¿Uberto.. eres tú?
Oh, la gran mierda. Todos los presentes miraron desde la mujer hacía mí de ida y vuelta.
- Cariño, él no es Uberto.
- Es.. es idéntico a él, Juan.. es...
- ¿Quién es Uberto? - preguntó Emilio.
- Uberto.. él... ¡Oh por dios! ¡Niurka!
La mujer se desplomó de su silla y al instante el líder se levantó cargándola entre sus brazos y salió corriendo fuera del comedor.
Comencé a temblar peor de lo que lo estaba haciendo anteriormente.
La mujer me vió parecido a mi padre, la mujer se dió cuenta del parentesco con mí progenitor. Ahora sí que estaba jodido.
Unos gritos escandalosos fueron escuchados acercándose hasta que las puertas se abrieron, una Omega furiosa se acercó hasta nosotros hasta que abrió la boca.
- ¿Quién diablos es éste mocoso y porqué está sentado en tu regazo, alfa? - preguntó cruzándose de brazos.
- Karol, retírate en éste instante. - gruño el alfa, Karol.
- ¿Así que ésta poca cosa es tu nuevo Omega? Por dios, es un varón, es un asco. No puedes compararlo conmigo.
- Vete de una vez. - insistió el rizado.
- ¡Alfa!
- Retírate de una jodida vez Omega.
Usó su voz de mando y automáticamente todos agachamos la cabeza en sumisión, las lágrimas salían de mis ojos, odiaba cuándo los alfas usaban su voz porque te hacían temblar todo el jodido cuerpo.
La mujer se fué prácticamente corriendo.
- La cena se acabó. - habló autoritario el alfa haciendo así que todos se pararan de sus asientos y se retiraran.
Me quedé inmóvil sin saber exactamente qué hacer. Con un alfa enojado era mejor estar tranquilo, aunque en éste momento, no podía estar sereno aunque quisiera.
- Daniels. - llamó y levanté mí cabeza para observarlo.
- ¿S-si, alfa? - pregunté temblando.
- Vete a mi cuarto y quédate ahí hasta que yo vaya. No te muevas de ese lugar. - ordenó y no tuve más remedio que hacer lo pedido.
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Terminando de subir las escaleras, comencé a caminar por el pasillo, ni siquiera pude reaccionar cuándo recibí un cachetazo en mi mejilla haciéndome tambalear y apoyarme en la pared por fortuna.
Me tomé la mejilla y observé al que me había golpeado, fué entonces que observé detalladamente el rostro de la Omega que había conocido hace apenas unos minutos.
- ¿Así que tú eres el jodido que quiere robarse a mí alfa, huh? - dijo burlona. - sólo mírate, estás temblando, eres un maldito cobarde. No sé que es lo que Emilio vió en tí.
- ¿Perdón? - dije cuándo recuperé el habla. - ¿Qué es lo que vió en mí? - dije irónico. - bueno, querida. En mí encontró lo que tú jamás podrías darle. - ataqué.
- ¡Ja! ¿Tú? ¿Tú qué podrías darle al líder que yo no, uhm? - soltó una risita. - mírate ¿Crees que tu fachada de mosquita muerta te hará pasar desapercibido por aquí? El líder Juan no tardará en despedazarte cómo al último Omega marica que Emilio ha tenido.
- Déjate de estupideces, Emilio jamás dejará que alguien me toque.
- ¿Eso crees? - volvió a hablar con ese tono burlón que estaba comenzando a joderme. - Mauricio dijo lo mismo ¿Y sabes? La manada lo destrozó con la mirada de Emilio presente. Tú no eres diferente a él. Vas por el mismo camino.
- E-eso no pasará.
- Sólo voy a advertirte algo, chiquillo. Ó te alejas de Emilio ó haré que te pase lo mismo que al otro imbecil. He luchado mucho para llegar a dónde estoy cómo para que venga un cualquiera y me quite a mí alfa. - amenazó. - piénsalo bien, ó te alejas de Emilio ó morirás de una peor forma de la que Mauricio murió.
Dicho ésto se retiró dejándome con la sangre helada. El miedo había comenzado a brotar de mí otra vez mientras mí Omega lloraba por tener la protección que los brazos de Emilio nos daban.
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