16

156 18 4
                                    




Quizás debí haberle dicho que no.

Por más bueno que fuese su plan, había demasiado en juego pero...pero no había podido, y ni siquiera por mis propias razones egoístas, sino porque Hazel se veía tan fuerte, tan decidida. Algo en su forma de pensar, o de ver la situación, no sé, había cambiado de pronto. Y esa determinación merecía ser correspondida.

Solo deseaba poder sentirme tan seguro como ella.

Hazel parecía haber alcanzado un punto pico. Si pasábamos a mayores no le importaría porque de todas formas tendría que marcarla, prefería hacer el esfuerzo, entrenar nuestros cuerpos antes.

Pero yo no quería que pasara así nada más. No lo quería, no quería que el sexo se convirtiera en una molestia, era estúpido, pero albergaba la esperanza de que en el breve tiempo que teníamos antes de que la marca ocurriera, Hazel se sintiera lo suficientemente cómoda conmigo para que fuese placentero.

No soy un idiota, por más que a veces sienta que sí. Quiero que las cosas sean diferentes entre Hazel y yo, pero la Omega que iba a enamorarse de mí, con la que construiría una familia, nunca existió y nunca lo haría. Lo único a lo que podía aspirar y que quería con todas mis fuerzas, es que me deseara sexualmente, que me viera como un compañero pasajero mientras haciamos esta ardua tarea.

No esperaba que fuese algo frecuente, claro, pero si esperaba construir ese deseo hasta el día de la marca, que tuviese ganas de mí como yo tenía ganas de ella, ese día y nada más. Me bastaría no hacerle añicos el alma.

Pero esto...si pasaba ahora, si pasaba así...no lo sé.

Me pasé una mano temblorosa por el cabello.

También estaba el pequeño detalle de que era como un jodido niño.

No podía decir que no tenía idea de que hacer, porque desde el momento en que la vi en el mundo humano he pensado en tantas cosas que hacerle, tantos lugares donde tocarla...pero no sabía si sería bueno en eso, si le resultaría placentero.

Hazel era una mujer experimentada y yo un hombre patético, que no tenía ningun tipo de experiencia en esto más que la vez que Maia me dejó tocarle los pechos. Incluso ese momento había sido extraño.

Me maldije por nunca haber explorado esta parte de mi vida.

Antes me había guardado para Hazel, pero después de su huída me había encerrado en mí mismo, no me había permitido pensar si quiera en aquello, ni siquiera con Maia y sus generosos pechos había ido por más.

Me había estancado y ahora...ahora seguro haría el ridiculo.

Y de todas formas...

Sentía la espera demasiado larga, sentía que Hazel se estaba demorando un siglo.

¿Se habría arrepentido?

No es la primera vez que no se presenta ante ti, me recordó una traicionera voz en mi cabeza.

Si esto era igual a aquella vez, actuaria exactamente igual. Nunca la obligaría a nada.

Pero podía sentir igualmente el pinchazo de la decepción.

Esperé unos minutos más y finalmente me di por vencido, levantándome para apagar las luces y acostarme.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora