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Silencio. Todo lo que oí fue silencio.

El más absoluto y atetrrador silencio.


Aún no me había dado la vuelta para mirarlo a la cara, para saber su expresión, y ya me estaban sudando las manos por los nervios.

Gracioso, como después de haber pasado tantas noches enredada en las sábanas con tantos hombres diferentes, haciendo tantas cosas obscenas, ahora me aterrorizaba la idea de pasar la noche en la misma cama con él.

¿Qué estaría pensando Krayev? ¿Que me había vuelto loca? ¿Que finalmente el lazo me había consumido? ¿O vería que esto realmente podría traernos beneficio?, sería un pequeño sacrificio.

Si no funcionaba hoy, simplemente podríamos cambiar de estrategia.

Nada, más silencio.

Me iba a arrancar el pelo.

—Krayev, di algo por favor—gruñí—lo que sea, que me volví loca, que mi idea es estúpida, ¡Solo habla!

No pude soportarlo más y me di la vuelta para encontrarlo mirándome fijamente, los ojos abiertos con sorpresa, apenas nuestras miradas se encontraron carraspeó.

—Yo...—su voz sonaba un poco ronca—creo que...entiendo de donde viene la idea, y pienso que tiene posibilidades de servir.

—¿Pero?—inquirí, cruzándome de brazos para que no viera como me temblaban las manos.

—¿Pero?—repitió él, confundido.

—Siempre hay un pero. Veo que hay algo que no te termina de cerrar—apunté.

Krayev abrió la boca para hablar y luego la cerró nuevamente, soltó un gran suspiro y se levantó para venir hacia mí.

No estábamos tan cerca, pero si lo suficiente como para que las piernas me cosquillearan.

—Tu idea es buena y realmente creo que están las posibilidades, y sí, tienes razón, siempre hay un pero—aceptó—Hazel, tú...tú eres una mujer increíblemente atractiva, y eres mi Omega, yo soy tu Alpha, no te deseo como cualquier otro hombre desearía a una mujer, lo que yo siento es primitivo. Podría querer...

—¿Más?—terminé por él, tragándome el nudo que se formó en mi garganta.

El asintió, la punta de las orejas se le había puesto roja.

—Sí—admitió, y el sonido fue como un suspiro.

—Y yo te lo concedería—completé por él.

—Exacto.

Sí, lo había pensado, y entendía porque lo inquietaba, pero ya había llegado a esta conclusión.

—Lo sé, se que es un riesgo—expliqué—pero, de todas formas va a pasar, no podemos salir de esto sin tener sexo, siento que...que jugar un poco ahora no solo nos dará lo necesario para fingir frente a los demás sino que...que hará la marca menos dolorosa. Será más fácil.

Algo dentro de mi Alpha pareció romperse, vi una tristeza profunda en sus ojos, pero también sinceridad.

—Hazel, yo nunca te lastimaría...—dijo, pero pareció pensarselo mejor, era increíble ver como aquello también le causaba sufrimiento, o eso parecía—bueno, supongo que eso es una mentira. Todo esto te causará mucho dolor, pero te juro que físicamente jamás experimentarás dolor conmigo. Hazel, no tenemos que...

—Lo aprecio—le dije, no pudiendo aguantar más de este discurso—aprecio que no quieras lastimarme, que tengas tus reservas. Pero no me estoy rindiendo, estoy tratando de luchar, de dejar de ser víctima de esta situación. Hoy soy yo quien tiene el control, no el lazo, y quiero que de esta experiencia ganemos control sobre nosotros mismos. Quiero...que luches conmigo.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora