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NO PUDE DORMIR BIEN ESA NOCHE.
ME REMOVÍA INQUIETA DE AQUÍ PARA ALLÁ, LOS PENSAMIENTOS ME CONSUMÍAN.

Me tomó horas relajarme, y para cuando por fin lo conseguí, el sol ya había salido.

Con un suspiro de resignación, me levanté e hice la rutina matutina, en menos de media hora ya me encontraba limpia, vestida y recogiendo las cosas para ir a mi encuentro con Krayev,

Después de pasar la noche en vela, tratando de hacerme una idea de quién era realmente él, finalmente decidí que era algo que tenía que dejar ir. Tendría tiempo luego para averiguar que me esperaba con él, de todas formas, ¿De qué me valía obsesionarme? Si descubría que era un Alpha tan terrible como cualquier otro, ¿Qué podría hacer?

La respuesta era simple. Nada.

No podía hacer nada, ya no podía huir, si yo me iba, Claire ocuparía mi lugar, y aquello sería incluso más doloroso que soportar los abusos de primera mano.

Tenía que mantenerme alerta, sí, pero no darle más vueltas a cosas innecesarias.

Salí del motel con la mochila colgándome al hombro y me introduje entre la espesa maleza. Solo tuve que caminar un poco antes de sentir el olor de Krayev y dejar que este me guiara.

Estaba sentado sobre una piedra, mirando con atención cuidadosa algo que tenía entre las manos. Como siempre, (por culpa del lazo) me vi sorprendida por lo atractivo que resultaba, por la fuerza y el aspecto duro de sus brazos, la suavidad de sus mejillas, sus largas pestañas y... no quería seguir con esto.

Krayev seguro estaba sintiendo la atracción, pero tuvo la decencia de permanecer callado.

Después de un rato, cuando finalmente estuvo satisfecho con lo que sea que hiciera, se paró y anduvo hacia mí.

Su altura me maravillaba todo el tiempo.

—Ten—me dijo, mirando mis manos—y tómalo con cuidado, lo envolví por una razón.

Dudosa, extendí mi mano y tomé lo que me daba, era algo con buen peso y extremadamente frío, porque podía notar el pinchazo incluso mientras estaba envuelto en aquel paño de cuero.

Sin poder aguantar la curiosidad, lo desenvolví con cuidado y tuve que ahogar un grito.

—¿Esto es....?

—Un cuchillo de plata, sí—me respondió con severidad—no tiene plata suficiente como para matar en una puñalada, pero tiene suficiente para paralizar a alguien y ganar tiempo de huida.

Lo miré, esta vez concentrando mi atención en sus manos. Los Alphas sanaban rápido, sí, más rápido que ninguno de nosotros, pero no eran inmunes a la plata, Krayev tenía la piel a carne viva en varios lugares de sus manos, y lo que parecían ser quemaduras y cortadas.

Él me había hecho esta arma. Con sus propias manos, aunque aquello lo lastimara.

Tragué el nudo de mi garganta. Quería decir...¿Qué quería decir? ¿Gracias? No me salía nada.

—¿Tendré que huir?—fue lo que pregunté en cambio.

Krayev me miró con intensidad, y sentí que me ahogaba en el mar de sangre que eran sus ojos.

—Me gustaría decirte que no. Pero tu y yo sabemos que las cosas no son siempre como queremos. Mantenlo contigo siempre.

Asentí débilmente y lo guarde en mi mochila. Cuando llegáramos a casa de Krayev me aseguraría de buscar una empuñadura para meterlo en mi bota, estaba segura de que mi Alpha contaría con ese tipo de cosas en casa.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora