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Estaba tan emocionada, tan entregada a la emoción de ver a mi hermanita, que había olvidado lo que tenerla aquí significaba.

Alguien se aclaró la garganta.

Me separé lenta y dolorosamente de Claire para enfrentarme a la mujer más parecida a mí. Al mismo cabello oscuro, el mismo color de ojos, e incluso la misma nariz. Una versión más compuesta de mí. La Omega perfecta.

Mi madre.

—Mamá...—empecé, pero ella me interrumpió...cruzándome el rostro de una cacheta.

—Eres una estúpida—es lo primero que escupe—una estúpida y egoísta, nunca fuiste capaz de pensar en nadie más que en ti, y ahora nos llamas sin más.

Mamá podría ser tan solo una Omega, pero yo realmente tenía que haberme debilitado para que aquella cachetada me lanzara directo al piso como lo hizo. Me escocían las manos, y el rostro.

— ¡Mamá! —protestó Claire, intentando ir a mi lado, pero mamá la tomó del brazo a la fuerza.

—Aléjate de ella—le advirtió— ¿Cómo puedes abrazarla después de que le dio la espalda a nuestra familia? Nos abandonó a nuestra suerte sin decir nada, no le importó toda la humillación que íbamos a pasar, lo que se diría de nosotras.

Yo nunca había abandonado a Claire, no del todo, no podía. Pero mamá no tenía porque saber que Claire había sabido de mi paradero todo el tiempo, no tenía que saber que la única persona a la que realmente abandoné con toda intención era a ella.

Me puse de pie, ignorando el picor de mi mejilla.

—Qué bueno verte otra vez—dije con sarcasmo.

Su golpe no me dejaría una marca, evidentemente, pero el fantasma del dolor quedaría tatuado ahí para siempre.

—mírate—me recriminó, sus ojos como el hielo, escaneándome con asco—mira en lo que te has convertido, en lo que has traído a nuestra familia.

¿Me había convertido en otra cosa? No, estaba igual a cuando me fui de aquí, físicamente siempre estaba perfecta, así que sabía que lo que mamá decía era solo un reflejo del odio que sentía hacia la persona que soy.

No me importa, había crecido con su desprecio, sus palabras se quedaban pequeñas al lado de toda la situación en la que estaba.

—Hazel—intervino Claire, siempre dispuesta a defenderme. A interponerse entre nosotras— ¿Por qué nos has llamado aquí? ¿Dónde está tu Alpha? ¿Estás segura de que somos bienvenidas?

Cierto.

De pronto sentí una pequeña opresión en el pecho, había llamado a Claire aquí en un arrebato de pánico y desconfianza, quería saber si era cierto, si Krayev no me había mentido para arrastrarme hasta aquí, a su lado, pero ahora me daba cuenta de lo ridícula que era esa idea.

Primero, porque Krayev no habría tenido que mentirme, desde el día uno pudo simplemente buscarme y arrastrarme a vivir con él, además debía admitir que ahora que lo conocía y tenía la cabeza más calmada, no lo veía capaz de mentir con algo como ese asunto. La noche anterior me había afectado demasiado los nervios, me había hecho actuar con irracionalidad.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora