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La gente se me quedaba viendo.

Bueno, se nos quedaba viendo.


Descaradamente.

Traté de ignorarlos y caminar como Jace, quién iba con la cabeza en alto, imperturbable, a pesar de que obviamente sentía todas las miradas.

Podía notar algunas simplemente curiosas, y otras que me juzgaban, que juzgaban a Jace por tomarme de vuelta.

El pánico crecía cada vez más dentro de mí, y creo que habría gritado de no ser por Claire, quién tomó mi mano en ese momento y la apretó.

—Tranquila, todo irá bien—me tranquilizó—tu Alpha no dejará que te hagan daño.

Me sorprendió oír sus palabras, no solo porque era mi hermanita quién me consolaba y no al revés, sino porque confiaba en Jace pese a todo, confiaba que me protegería.

Apreté su mano y me relajé.

—Lo sé—dije, porque era cierto.

Jace miró entonces hacia atrás y esperó a que estuviéramos junto a él para volver a caminar.

—Mantengámonos juntos, ¿sí?—pidió, y Claire y yo asentimos.

Era más fácil así, si caminábamos todos cerca, si nos movíamos como una unidad, agradecía mucho estar entre ellos mientras realizábamos las compras, tanto así que cuando llegamos a la tienda de vestidos me sorprendió el pesar que sentí al oír a Jace decir:

—No puedo entrar allí.

—¿Por qué no?—pregunté, tratando de que no se notara mi nerviosismo—No me digas que realmente crees en esas cosas de mala suerte.

Aquí, tal y como sabía que había en el mundo humano, las Omegas tenían la tradición de no mostrar su vestido ante su Alpha hasta el día de la ceremonia, o de lo contrario tendrían mala suerte en su unión.

Esto era, claro está, solo una superstición y no un maleficio real. Por más que ocultaran su vestido, a la mayoría de las Omega les iba mal en su unión.

—No, no creo en esas cosas—respondió Jace—pero a esa tienda solo pueden entrar mujeres, si me atrevo a poner un pie allí sin duda me sacarán a patadas.

Quise protestar pero, era cierto, no lo dejarían entrar y mis intentos por convencerlo solo dejarían en evidencia lo que era: una miedosa.

Asentí, respiré profundo y me cuadré de hombros. Ya me había enfrentado a tantas cosas, sin duda podría enfrentarme a un par de miradas chismosas y comentarios hirientes.

—Puedes hacerlo—me animó Jace, como si pudiera oír mis pensamientos.

Le dediqué una ligera sonrisa y tomé la mano de Claire antes de empujar la puerta y entrar a la tienda.

El lugar olía maravillosamente y la temperatura era refrescante, era un lugar acogedor o al menos así debería sentirse.

Claro, si no fuera yo una intrusa.

Claire apretó mi mano con fuerza mientras nos dirigiamos al mostrador principal, al pasar por allí la mayoría de las mujeres se callaban. Parecían congelarse, otras abrían la boca con mucha sorpresa y una incluso pareció hostil, sabía que me reconocerían donde fuera.

De pronto me sentí como si fuera pequeña de nuevo, y como una tonta me encontré deseando que Krayev estuviera allí conmigo.

Me enfrente a Alphas pero me asustan un par de Betas y Omegas.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora