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Krayev regresó a tiempo para la cena. Aunque empapado.

Miró con curiosidad a Sophie cuando esta se apresuró a tomar su abrigo y se lo llevó a quién sabe donde, pero no dijo nada.

Solo se disculpó y subió a sus aposentos a cambiarse. Parecía algo extraño en ese momento, pero cuando volvió para sentarse en el comedor con nostras era el mismo hombre que había estado conociendo estos días.

¿Que lo habría turbado hace poco? Ni idea, quizás la perspectiva de cenar con mi madre, eso sin duda me tenía mal a mi.

Evidentemente, la mesa parecía un campo de batalla. Ninguno de nosotros hablaba, pero la tensión era palpable.

Podía sentir la voluntad de Krayev sometiendo la de mi madre. Y la de mi madre tratando de pelar inútilmente.

La única totalmente alegre era Claire, quién impertinentemente dijo:

Cuñado, ¿No crees que es algo antiguado obligar a tu Omega a estar contigo? ¿No crees que sería mas honroso haberla cortejado?

Mamá abrió tanto la boca que pensé que la comería viva, sus cubiertos repiquetearon sobre la mesa cuando los soltó indignada.

—¡Claire!—protestó mi madre. Krayev no le gustaba, pero de todas formas no dejaría que Claire fuese impertinente, después de todo, pronto a ella le tocaría obedecer a su Alpha. Mamá tendría que corregirla desde ahora.

Miré el rostro de Krayev buscando signos de enojo o molestia, pero simplemente estaba mirando a mi hermana, pensativo.

—Había pensado en cortejar a tu hermana, había preparado muchas cosas para ella—admitió de pronto—pero...pues, no tuvimos esa oportunidad.

Ahora fue mi turno de sorprenderme. ¿Había pensado cortejarme? Tenía que ser mentira, ya con anterioridad me había preguntado que si las cosas hubiesen sido diferentes...¿lo habría aceptado? ¿ habría intentado hacerlas diferentes?

La idea de Krayev esperándome con flores en la mano mientras yo huía al mundo humano me parecia tan ridícula como fria y...quizás, algo dolorosa.

Seguro estaba mintiendo para apaciguar a Claire, me dije.

Mi hermana lo miraba con esos ojos suyos tan inteligentes y demandantes, como si así pudiera ver todos sus secretos, Krayev le devolvió la mirada fija, una ceja arqueada, sin acobardarse.

Era casi chistoso verlos asi, me di cuenta de que estaba reprimiendo una sonrisa.

—Los menesteres de tu relación con Hazel no le incumben a Claire—riño mamá.

Claire puso los ojos en blanco y Krayev sonrió.

—Lo siento, Claire. Tu madre ha ordenado que no te cuente más—se disculpó con ella.

Igual ya Claire sabía bastante.

—Bien—aceptó mi hermanita, se haría con esa información luego, seguro—¿De qué podemos hablar? ¿Puedo hablar de la celebración de la marca al menos?

A mamá esto si parecía interesarle.

—Por supuesto, eso que deberíamos hablarlo—comentó apresuradamente—esta casa es un desastre, no podrían recibir aquí ni a su peor enemigo.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora