33

88 7 0
                                    


Krayev nos esperaba sentado en una pequeña banqueta fuera de la tienda.

Lucía gracioso sentado así, en un asiento muy pequeño para un hombre tan grande y mirando mal a todo el que le pusiera un ojo encima.

No pude evitar la sonrisa que se extendió por mi rostro. Cuando nos vio se puso de pie de inmediato y caminó hasta nosotras.

—Vas a tener un cargo muy grande en tu cuenta—le avisó sin pena ni culpa, entregandole sus bolsas y el vestido—soy una adolescente traumatizada así que decidí ahogar mis penas en compras. Toma, carga esto.

Jace aceptó las bolsas sin replicar pero arqueó una ceja. Ahora si no pude evitar reír abiertamente.

—¿Eso es todo lo que compraste?—me preguntó viendo la única bolsa que sostenía—¿Claire no te dejó nada, se llevó toda la tienda?

Claire sacó un par de lentes de sol que había comprado y se los colocó mientras le sacaba la lengua. Era tan curioso lo bien que combinaban y lo bien que eso me hacía sentir.

Enterré aquel sentimiento dentro de mí.

—Tengo todo lo que necesito—dije para tranquilizarlo—en casa de mamá están mis zapatos preferidos y mis joyas.

Krayev asintió y se ofreció a cagar mi bolsa pero no lo veía genuinamente posible con todo lo que ya llevaba de Claire, así que me negué.

Llegar a casa no nos tomó demasiado tiempo, pero afortunadamente ya estaba vacía. La manada de Krayev se había ido con mamá a casa para preparar todo, y Claire había dicho que quería estar allí con ella (lo que era un milagro) así que después de hacer que un auto la llevase a ella y a nuestras dos chicas del servicio, quedamos solo nosotros dos.

Me sentía ligera pero a la vez pesada, como si tuviera una roca invisible sobre los hombros.

Cuando Krayev se sentó frente a mí en la isla de la cocina se veía muy joven pero también cien años más viejo.

—Vaya día—comentó, pero "vaya vida" habría representado mejor el sentimiento.

Me serví un vaso de agua e hice un gesto con la jarra para ver si quería un poco. Pasó.

—Lo siento mucho, Hazel—dijo en cuanto tomé un trago, su mirada fija en mí—de verdad, pensé que tendríamos más tiempo.

—No importa, de todas formas ya me marcaste, sabía que lo oficializariamos por eso estoy aquí—respondí, encogiendome de hombros.

—Pero aún así...—inició pero dejó el resto de las palabras flotando en el aire.

Creo que lo conocía lo suficiente ahora como para saber qué le habría gustado tener más tiempo para mí. Para que me habituara, para que quizás entre nosotros naciera algo más de confianza.

Pero me sorprendí a mi misma al notar por primera vez que, no me molestaba, no realmente. No me molestaba hacer esto con él, aún me lastimaba la situación en general, el verme obligada, pero ya no le tenía miedo, y ya no creía que iba a ser miserable con él.

—No te desanimes, yo estoy bien, las cosas son como son—dije y rocé mis dedos en su palma para animarlo.

Krayev atrapó mi mano de inmediato, entrelazando sus dedos con los míos y la sensación que me embargó fue increíble.

Lo observé mientras él ponía toda su atención en nuestras manos entrelazadas y entonces recordé lo que había querido preguntarle desde hace horas.

—¿Tuviste algo con Leah, no es así?

Esto hizo que alzara los ojos bruscamente hacia mí, en sus ojos podía leer claramente la culpa y casi me reí. Se sentía mal por haber estado con otra mujer cuando sabía que yo había estado con varios hombres y no le importaba, increíble.

Como si tuviera algún derecho de enojarme o sentirme celosa yo, quien desde un inicio lo rechazó.

—Sí—admitió con pesar—cuando te fuiste, yo...yo pensé que lo mejor sería seguir adelante. Sabía que jamás se me permitiría tener algo con una Beta, que me designarían a otra Omega, quizás por eso me fue sencillo intentarlo con ella, porque sabía que no había futuro para nosotros, pero veo que claramente fui desconsiderado.

Le dediqué una ligera sonrisa, sabía que no era un tonto y podía percatarse.

—Realmente está enamorada de tí—comenté y bueno, quizás con eso si sentí una punzada de celos—no me agrada pero si me da algo de lastima, debe ser muy difícil para ella. Quizás puedas explicarle más sobre nuestra situación, decirle que una vez que todo acabe quizás tú y ella puedan...

Me di cuenta de cuánto me dolía pensar en Krayev después de nuestro pacto, cuando yo fuera libre, de lo mucho que me dolía imaginarlo estando con Leah.

Él cerró los ojos y negó con la cabeza, tenía el rostro de un ángel torturado. Como si aquello también le doliera mucho.

—No quería que las cosas fueran así, realmente no quería lastimarla—aceptó—pero no puedo decirle eso.

—¿Por qué?

Él abrió los ojos entonces y nunca lo había visto mirarme con tal intensidad, quiera de pronto saltar la mesa que nos separaba y abrazarlo con fuerza. Era una necesidad real, y me pregunté qué tanto era por el lazo y que tanto por mis sentimientos.

—Porque yo no la amo, ni la amaré nunca—dijo con certeza—Hazel, para mí solo hay una mujer. Y ya está. No puedo fingir más.

Me quedé sin aire ante su sinceridad, pero no pude decir nada. Sabía lo que me estaba diciendo, creo que lo supe desde hace mucho tiempo, que yo para él significaba algo, que no era solo un juego ni un trofeo.

¿Pero cómo me sentía yo respecto a él? Sería una idiota si no admitía que me atraía como nadie, y que ya confiaba en él, y me sentía comoda a su lado, pero...¿Lo veía como el hombre con el que quería pasar el resto de mi vida? ¿Era él realmente el único?

Mi silencio se extendió hasta volverse incómodo y Krayev dejó ir mi mano, su rostro visiblemente ensombrecido por la tristeza.

—No pasa nada, me hice esto yo solo, no espero que te sientas igual—se lamentó mientras se ponía de pie—descansa, tenemos unos días muy ocupados por delante.

Y dicho esto se retiró, y yo no lo llamé, porque no sabía que quería decirle.

Solo quería que se quedara junto a mí.


true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora