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Krayev tenía algo. No sé qué. Pero lo tenía.

Algo que iba mas allá de su condición de Alpha.

La forma en que me miraba la boca, en que me miraba los pechos, me enloquecía.

Quería tenerlo dentro de mí, que me hiciera suya toda la noche. Que me hiciera el amor de la manera más despiadada posible.

Pero tenía que contentarme con esto.

Aun así, necesitaba más, por eso cuando me preguntó, contesté con la verdad.

—Será un placer para mí devorarte—respondió, su voz apenas un susurro ronco.

Enredé mis manos en su cabello y disfruté la sensación de sus besos calientes, de cómo me quitaba de un tirón el camisón, exponiendo todo mi cuerpo hasta dejarme solo en las pequeñas bragas.

Rodó su lengua sobre mi estomago, y se entretuvo en mi ombligo, haciéndome gemir de placer.

¿Qué le sucede a este hombre?

—Hazel, Hazel, ¿Sabes tan dulce como hueles?—preguntó, y puedo jurar que me derretí.

—No lo sé, ¿Por qué no lo averiguas?—pregunté retadoramente.

Y él me regaló una sonrisa atrevida.

Rompió mis bragas, en cuestión de segundos habían quedado reduciadas a dos pedazos de tela minúsculos e inservibles, dejándome totalmente desnuda para él. Lo que me hizo sentir una corriente enroscándose en lo más profundo de mi interior.

—Lo eres todo—dijo recorriendo mi cuerpo con sus manos, sin suavidad, con desesperación, apretándome los pechos y luego el culo—no sabes como quiero estar dentro de ti.

—¿Qué tanto lo quieres?

Él sonrió y volvió a besarme con suavidad, tomándose un tortuoso tiempo para llegar justo a donde lo quería. Para cuando lo hizo, me encontraba tan desesperada que abrí las piernas al segundo y le acerqué el rostro por mi cuenta, tomándolo entre mis dos manos.

El soltó una carcajada, haciendo que me estremeciera, podía sentir su risa dentro de mí.

—¿Urgencia?—bromeó, con los labios pegados a la parte más intima de mi cuerpo.

—Krayev, por favor—rogué, tirando de su cabello.

Él estaba disfrutando esto, disfrutándolo tal vez demasiado. Ya quería verlo cuando los roles se invirtieran y le consumiera la vida del cuerpo.

—no me lo tienes que pedir dos veces—murmuró y la danza empezó.

Krayev besaba tan bien que no podía quedarme quieta, y era tan bueno con la lengua que quería hacer cosas mas obscenas.

Cuando la metió dentro de mí solté mil maldiciones, haciéndolo reír. Fuera el lazo o no, el sexo con él es lo más placentero que había tenido jamas.

Hizo un trabajo tan bueno que me vine sobre su rostro con gemidos altos y quebrados.

Él me miró desde abajo, tenía los labios humedecidos y el rostro rojo. Quería sentarme sobre él y estar en su cama por el resto de la noche. O por el resto de la semana.

—¿Quieres descansar?—me preguntó, y tuve que reírme.

Krayev vio sorprendido como lo empujaba fuera de la cama, hasta que se pusiera de pie, y cómo yo me ponía en cuatro, con el culo lo suficientemente alzado para darle la mejor vista posible, mientras llevaba mi mano a sus pantalones y le bajaba el cierre.

Tuve que reprimir el sonido ahogado que quería salir de mi garganta. Yo no era fácilmente impresionable, había visto varios hombres muy bien dotados, pero con Krayev...no sólo era bien dotado, era hermoso, tuve que admirarlo por un rato.

—Eres un hombre bien parecido en todos lados—dije con una sonrisa burlona.

—Ese es el mejor cumplido que me han dado—él trató de bromear pero tenía lo voz tan ronca por el deseo que tuve que reírme.

Tomé su miembro entre mis manos, disfrutando del grosor, de la longitud, de la suavidad, tan grande, tan...perfecto, se sentiría tan bien dentro de mí. Quisiera tomarlo entero.

Y estaba duro a más no poder.

Tomándome mi tiempo para jugar con él y torturar a Krayev, finalmente la tentación fue más grande y lo lamí, haciendo que él soltara un largo y entrecortado suspiro. Lo lamí de nuevo, ahora más lento, obteniendo una reacción incluso más placentera.

Y luego me lo metí a la boca.

Krayev se tensó de pies a cabeza primero, y luego se relajó y pude ver como luchaba para mantener la compustura mientras yo me encargaba de hacer realidad todo lo que habíamos pensado en los últimos minutos, horas, días, mientras mi cabeza se movia de arriba a abajo.

Era buena en esto. Lo sabía.

Krayev era grande y sentía que me llenaba la boca entera, podía sentirlo al fondo de mi garganta, podría haberme causado náuseas, pero ese era un asunto que ya tenía dominado, así que me esforcé el triple, enseñándole que tan profundo podía llegar, que tanto placer podía darle.

—Hazel, por favor—rogó—no lo aguanto más.

Pero solo me sirvió para hacerlo mío con más ganas. Nunca había experimentado una sensación tan increíble, una victoria tan buena.

—Voy a venirme—dijo él, entre risas y suaves jadeos.

Seguí con mi trabajo. Genial, quería que lo hiciera.

—Se...se lo que...—ya ni podía concentrarse del placer que sentía—se que tratas de hacer,pero...Maldición, Hazel, dejame aguantar un poco más.

No le di tregua, porque nada quería más, y él me complació.

Finalmente llegó al climax, el sabor de la recompesa era increíble, más de lo que había pensado, y sería un recuerdo en mis sonrojadas mejillas que sabía Krayev no olvidaría jamás.

Krayev se veía desquiciado, fuera de sí, sudado, sonrojado y saciado.

Arrebatadoramente hermoso.

—Hazel te voy a hacer completamente mía ahora—sentenció sin más.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora