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ENCONTRAR UN DORMITORIO "HABITABLE" ENTRE TODAS AQUELLAS HABITACIONES CUBIERTAS DE POLVO FUE UNA TAREA ARDUA, Y CASI IMPOSIBLE.


Pero finalmente, me había decantado por uno en la planta alta, y tras pasar buen tiempo limpiándolo para que estuviera al menos un poco presentable, había caído dormida al segundo.

No recordaba que había soñado cuando me levanté, pero habría sido una pesadilla, porque el corazón me latía desbocado en el pecho.

Esto era una pesadilla, todo esto, estar aquí, tener que fingir con Krayev, la marca, tener que enfrentar a todos. Era como el desenlace de un cuento de hadas espantoso, y me estaba poniendo enferma solo pensarlo.

Tenía que enfocarme, pensar en Claire, pensar en Caleb, en cualquier cosa que pareciera algo bueno que pudiese sacar de esta situación. No podía darme el lujo de hundirme después de haber llegado tan lejos.

Me fijé en el reloj que descansaba sobre la sencilla mesita de noche, eran las 10, de la mañana, según podía deducir por la luz que se colaba entre las cortinas. Había dormido por mucho tiempo.

Y estaba muriéndome de hambre.

Suspiré derrotada y me levanté de la cama. Krayev aún no me había dado ropa nueva, pero afortunadamente aún contaba con una muda de ropa limpia.

Me metí al pequeño cuarto de baño que poseía la habitación y me quité la ropa, despacio, mirándome al espejo.

Mirarme al espejo sería siempre algo curioso para mí, era chocante como mi magia de Omega me mantenía hermosa, como lucía como una estrella en el firmamento incluso cuando estaba tan rota por dentro, incluso cuando sentía que era una mierda de persona...

Sonreí sin ganas, divirtiéndome en mi tragedia, a pesar de que ese era mi rostro, a pesar de que era mi cuerpo, parecía como si viera una imagen falsa de mí, como si ocupara un disfraz, y a veces odiaba eso. Lo odiaba con todo mi ser. Sentía que habitaba en un espacio que no me pertenecía, un alma encarcelada en una jaula dorada...pero una jaula al fin y al cabo.

Como si mi alma fuese demasiado rebelde, demasiado imperfecta y fea para este cuerpo.

No por primera vez empecé a sentir aquella energía rara, esa energía que había sentido en el cuarto de motel junto con Krayev. Me obligué a cerrar los ojos y calmarme. Me estaba poniendo violenta en vano.

Era lo que era y eso no podía cambiarlo, por más que lo deseara. No podía.

No podía. No podía. No podía.

Y no valía la pena pensar en cosas que no podía cambiar.

Respiré profundo unas cuatro veces y me metí a la ducha sin más, lamentando inmediatamente haber entrado descalza.

Maldito sucio Krayev, le romperé las rodillas cuando salga de aquí.

Abrí el grifo y dejé que el agua fría refrescara mi cuerpo y calmara mis nervios. Lo que me hizo bien, aunque poco.

Estaba en medio del proceso cuando sentí algo extraño entre los pies, algo... ¿Peludo?

Bajé la mirada con rapidez para encontrarme con el "algo extraño y peludo"

UNA RATA.

No pude evitar pegar un grito por la sorpresa, haciendo que la rata se asustara y empezara a correr como loca.

—¡Ey! ¡Espera! —ordené, como si la rata pudiera entenderme.

Traté de salir del baño con cuidado, estaba desnuda y el piso mojado, lo mejor sería no tener un accidente de esta manera. Sería vergonzoso que me encontraran muerta así. ¿Podría morir de esta manera? Sabía que mi magia de Omega evitaba las cicatrices y los moratones por mucho tiempo, pero, ¿Podría salvarme de una muerte vergonzosa?

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora