29

78 9 1
                                    

Era increíble como tanto del mundo podía cambiar y al mismo tiempo permanecer igual.

Estaba marcada.

Jace me había marcado.
Me había cogido desesperadamente sobre un tejado, bajo la lluvia. Lo habíamos hecho.

Era a toda ley, Hazel Krayev.

Había evitado esto durante tanto tiempo, lo había repudiado, y ahora me parecía increíble como no sentía nada que no fuese satisfacción y cansancio. No arrepentimiento.

Claire estaba libre.

No había nada ahora, ninguna sola ley, que pudiera obligarle a ser marcada por mi Alpha.

Me había entregado a un Alpha. Y no me arrepentía. No me arrepentía de ceder esta vez, no me arrepentía de esta sumisión siempre y cuando fuera solo con él.

Antes jamás habría pensado eso.

Era increíble como tanto de mi había cambiado en apenas unos días tras mi encuentro con Jace, como todo había caído en su lugar. Como todo tenía sentido. Lo cierto es que lo veía ahora y no podía negarme, él y yo éramos el uno para el otro, estábamos hechos a la medida, y no estaba mal.

Ni siquiera mi rencor, ni el odio podían teñir algo tan bueno.

Entendía ahora porque esta unión significaba tanto para los de nuestra clase. Porque era lo más respetable.

Todo había cambiado.

Nos habíamos vestido a regañadientes cuando dejó de llover, y solo recuerdo él me había llevado en brazos, el cansancio me había pasado factura al fin, y me había llevado a casa antes de que el sol besara el horizonte.

Sin embargo todo seguía igual. A nuestro alrededor.

Cuando me desperté (en su cama), él ya estaba en el patio, terminando de arreglar el jardín.

Y Claire y mi madre (lastimosamente esta) seguían aquí también. Desayunando tranquilamente, bueno, lo más tranquilamente que se podía desayunar, o era...¿Almuerzo?

Viendolo de cerca si lo parecía. Mierda, ¿me había quedado dormida tanto tiempo?

—Mira quien decidió honrarnos con su presencia—se quejó mi madre apenas me vio—realmente no entiendo porque te deja dormir tanto y...

Su voz murió al verme e incluso Claire alzó la mirada sorprendida, al inició no lo entendía pero luego comprendí que es porque olía a él.

Olía a Jace. Ahora iba a oler a un él un poco por el resto de mi vida.

Esperé que mamá me regañara, porque ella sabía perfectamente bien que significaba ese olor. Significaba que mi Alpha y yo habíamos estado juntos, antes de la ceremonia oficial, pero el regaño no llegó.

Para mi sorpresa no dijo nada, de hecho, pareció relajada incluso.

La miré con atención pero no pude sacar nada de su rostro o postura, ninguna emoción.

Me senté junto a mi hermana.

—Te guardé las zanahorias—me dijo, ofreciéndome las de su plato mientras Sophie se apresuraba a poner comida frente a mí.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora