18

155 13 1
                                    




Y no había nada que yo quisiera más en el mundo ahora que esto.

El juicio había abandonado mi cuerpo por completo y había sido remplazado por unas ansias que jamás había experimentado, por una sed que sabía no podría saciar hasta tenerlo dentro de mí.

El deseo era tan grande que me quemaba por dentro, me hacía trizas.

No sé que le habría respondido de no ser por el doloroso aullido que cortó la noche.

Me tensé de inmediato y Krayev hizo lo mismo, ambos incorporándonos al mismo tiempo.

De la mirada de Krayev había desaparecido todo rastro del deseo que anteriormente nos consumía y había sido reemplazado por una emoción que no podía identificar.

—Krayev, ¿Que fue...?—intenté preguntar.

Pero él me cortó.

—Creo...creo que ha sido suficiente por esta noche—susurró, su voz de repente parecía muy lejana—cumplimos con entrenar.

Abrí la boca, pero no supe que decir, a pesar de que hablaba en voz baja y que parecía distante, estaba claro que ya no pasaría nada más, que nuestra noche había terminado aquí. Era lo que habíamos planeado en realidad, un buen entrenamiento y...

Y aún así me sentía un poco decepcionada.

Asentí, con la cabeza dándome vueltas todavía y el rostro sonrojado.

Me levanté de la cama y fui por el camisón, no quedaba nada rescatable de mis bragas para hacer el intento de ponérmelas, así que ni siquiera lo intenté.

Había algo sumamente vergonzoso en este momento, pero de todas formas Krayev no me estaba mirando a mí, estaba mirando fijamente por la ventana, sus manos temblando ligeramente.

—Oye—llamé su atención en cuanto estuve vestida—lo que sea que pase...

—No es nada importante-me interrumpió él nuevamente, por fin volteando a verme, pero con una sonrisa tensa en el rostro—es un asunto...privado. No hay nada que preocuparse, Hazel. Vuelve a la cama, mañana tenemos muchos pendientes.

Tuve que morderme el labio para no seguir insistiendo. Con Krayev era así, un paso adelante y dos para atrás, pero me sentía demasiado agotada para forzar una discusión.

Si realmente era un asunto privado y él no quería compartirlo conmigo, bueno. No había nada más que hacer.

—Bien—dije, ocultando pobremente el enojo de mi voz.

—Buenas noches, Hazel—me dijo él mientras me daba la vuelta e iba por la puerta.

No le respondí.

Salí de la habitación sin más, la puerta dando un suave click tras mi salida.





No pude dormir esa noche.

El recuerdo de las manos de Krayev en mi cuerpo, el sabor de sus labios, de la textura de su cabello me torturaba.

Habíamos estado tan dolorosamente cerca de hacerlo, pero...nos habíamos detenido.
De alguna forma era reconfortante saber que incluso en esos momentos donde nuestros instintos dominaban, éramos capaces de no olvidar el mundo a nuestro alrededor.

Teníamos más control del que habíamos pensado originalmente, aún seguíamos siendo nosotros mismos dentro del deseo.

Pero una pequeña parte de mí se sentía avergonzada y molesta, una parte que intenté callar pero que tomó más fuerza en la mañana, cuando noté la ausencia de Krayev al bajar a la cocina y ver la nota en el refrigerador.


No quise despertarte. Tuve que atender unos asuntos importantes.

Me encargué de comprar ropa para tí, no es lo que usaría una omega típicamente, pero estará bien para estos días.

Sophie y Blue te ayudaran con las medidas para tu nueva ropa, y cualquier cosa que necesites hasta mi regreso.


Y ya. Eso era todo. La nota no decía absolutamente nada más, no decía a donde se había ido ni cuanto se tardaría en regresar, ni siquiera decía quienes eran Sophie y Blue.

Arrugué el papel con fuerza en mi puño, maldito Krayev.

Esperaba que no estuviese huyendo de mí como un cobarde por lo que pasó anoche, que realmente estuviera atendiendo esos importantes asuntos y que me comunicara al menos parte de ello. Me lo debía, ambos nos debíamos completa sinceridad, estábamos juntos en una situación más grande que nosotros.

¿Pero por qué esperaba que de verdad me viera como un equipo? Él era un alpha y yo su Omega, no nos consideraban, no éramos compañeros, éramos trofeos vacíos, incluso para Krayev que parecía no ser tan malo como los demás, seguro era cuestión de tiempo para que empezara a dejarme de lado y mostrar ver sus verdaderos colores.

¿Qué tal si lo de Claire era una mentira?

Tan pronto como pensé en esas palabras me sentí genuinamente enferma. Krayev no tenía razón para mentirme, y no había sentido en ningún momento que sus palabras no fueran genuinas...Yo...Yo sabría si no fuera cierto, ¿No es así? Seguro estaba exagerando porque me sentía algo insatisfecha y humillada.

Por otro lado, él era un Alpha, un Alpha poderoso y...humillado por mí. Había escuchado mil historias horribles de lo que le pasaba a una Omega cuando huía de su Alpha, mentir para atraparme no sería algo alejado de los de su tipo.

El corazón comenzó a latirme entonces con mucha fuerza.

Teníamos un plan, lo sabía, un plan que ejecutaríamos dentro de unos días, cuando las cosas estuvieran mejor. Cuando nuestra casa estuviera lista y yo tuviera mejor aspecto, pero...

No podía aguantar más esto.

Sin pensarlo dos veces tomé el telefono y marqué a un número al cuál no había llamado en años,

pero que estaba escrito en mi memoria con fuego.

Una, dos, tres tonos le tomó contestar.

No esperé a que hablara.

—Hola, soy yo. Tengo que verte.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora