1

624 47 0
                                    




DESLIZA SU MANO SUAVEMENTE SOBRE LA PIEL DE MI ESTÓMAGO.

Me estremezco, sintiendo mi cuerpo en llamas.

Parece que es bastante seguro de sí mismo porque desliza su mano nuevamente, esta vez terminando sobre mi pecho y lo acaricia.

Suelto un suspiro y dejo que sus caricias me transporten a otro mundo, me gusta cómo me toca, sí, pero me gusta más como besa.

Sus suaves y carnosos labios llenan mis pechos de besos mientras sus manos se acercan a mi pantalón y tocan otras partes...sensibles.

Me encanta como se siente, así que dejo que ocurra.

Primero me acaricia con un poco de duda y lo que pasa a continuación es que está metiendo los dedos a un ritmo encantador, casi ronroneo.

—¿Sigo? —susurra él en mi oído.

—Sigue—pido.

Nuestras caricias y besos aumentan, cada vez más profundos, más atrevidos, hasta que terminamos dejando la ropa a un lado.

Es cuidadoso para entrar, como un amante tierno, pero veo que le gusta la velocidad. Es perfecto, a mi también me gusta.

Cada dulce penetración me arrebata suspiros y palabras que de otro modo jamás saldrían de mis labios, al menos no para él. Pero está bien, no las recordaremos después.

Estoy sudando y mis uñas se clavan en su espalda, pero eso parece volverlo loco. Yo lo vuelo loco.

Nuestro ritmo aumenta y empezamos a hacerlo con tanta fuerza que temo incomodar a los vecinos, después de todo, la pared es muy delgada, pero confío en que el oído poco aguzado de los humanos nos proteja.

Luego de un rato de placer bajo él, cambio nuestras posiciones. Él me mira sorprendido por mi fuerza y mi osadía, pero no se queja.

De hecho, empieza a emitir suaves gemidos en cuanto muevo mis caderas. Primero en círculos, hacia delante y hacia atrás, circulo, atrás, circulo adelante, en forma de una N, un círculo otra vez.

Lo enloquece, realmente está perdiendo el control.

Y yo también, estar arriba me hace sentir poderosa, salvaje, me hace olvidar quien soy.

Él me da una nalgada y yo lo tomo con aún más fuerza.

Finalmente, el orgasmo me estremece, sacudiendo mi mundo y haciéndome ver estrellas.

Me tomo mi tiempo para descansar, él me mira con esos risueños ojos café, expectante.

Tengo que admitir que tiene buen aguante, es el primero que me aguanta una ronda completa.

—Muy bien—admito, poniendo mis manos en las caderas. Sus ojos me escanean hambrientos—eres fuerte, pero yo lo soy aún más.

Entonces me pongo de rodillas.

Está tan feliz que seguro moriría.

Me tomo mi tiempo besándolo, tocándolo y lamiéndolo antes de chupar. Me gusta como sabe, como se siente entre mis manos.

Me enloquece que esto le haga perder la razón.

Aunque aguantó el primer round, esto definitivamente termina con su voluntad.

El orgasmo lo sacude y no me aparto, disfrutando del frío que siento en mi boca y mi mejilla.

Me toma entre sus brazos entonces y me besa los pechos nuevamente. Pensé que ya no podría más pero su juego de mordidas y besos es bueno, me da otro orgasmo, aunque sea pequeño.

Nos tumbamos finalmente en la cama, cansados, sudados y definitivamente sonrientes.

—Dos a uno—presume él.

—Eres bueno—tengo que concederle—no lo esperaba.

Apoya el rostro sobre la palma de su mano y me mira, me escanea con tal intensidad que me cuesta un poco fingir que no lo noto.

—Yo si lo esperaba de ti—dice, juega con un mechón suelto a la altura de mi pecho, una coincidencia—eres realmente una omega espectacular, harás muy feliz a un Alpha.

Hasta aquí llega mi buena noche.

Dejo de sonreír y fijo la mirada en el techo, sintiéndome como toda la vida lo he hecho: impotente.

—Está bien—digo después de un rato, levantándome—creo que ha sido suficiente por esta noche.

Él me regala una mirada de reproche mientras me ve ponerme de pie.

Tomó mi cinta y ato mi cabello en una alta coleta.

—¿En serio? —pregunta, pero ya se está levantando también, no creo que sea un tonto—casi diría que me utilizaste.

Le sonrió burlona.

A pesar de que si está un poco decepcionado sonríe también.

—Mañana tengo que ir a la universidad—suelto estúpidamente.

Esto le hace alzar las cejas.

—¿Universidad? ¿Para qué? —pregunta tomando sus calzoncillos y sus pantalones—no necesitas una carrera mundana.

Tiemblo un poco, pero él no se da cuenta, se por qué no la necesito.

Me encojo de hombros.

—Es solo para no aburrirme—miento.

Esto es suficiente para él, porque me sonríe mientras se pasa la camisa por la cabeza.

—¿me llamarás verdad? —pregunta esperanzado.

Le sonrió en automático y me acerco a él para darle un beso intenso.

Él me lo devuelve, feliz de tenerme cerca.

Claro que no lo llamaré.

Pero él quiere creer que sí.

Sonríe todavía cuando nos separamos.

—Descansa—me dice.

—Ve con cuidado.

Espero a que cierre la puerta tras de sí y suspiro sonoramente.

Había pensado que podría ser diferente, pero...

Era mi culpa, no debía tener esperanzas, lo sabía muy bien.

Caminé por la habitación buscando mis productos de baño y me detuve frente al espejo.

Como siempre, la mujer más "hermosa" que puedas imaginar, me devolvió el gesto.

Ahí estaba.

Mi cuerpo atlético y perfectamente proporcionado, mi piel perfecta como la porcelana, mi largo cabello negro y mis ojos azules como el zafiro.

Era la encarnación de la belleza, la imagen de la perfección.

Un sonido gutural escapó de mí y arremetí contra el espejo.

Mi puño golpeó contra el cristal, astillándolo en mil trozos diferentes, distorsionando mi imagen hasta quedar irreconocible.

Sonreí viendo mi mano sangrante.

—Así está mejor.

true alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora