2. Julián

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Julián

Me doy la vuelta en la cama encontrándome con Martina durmiendo con la boca abierta y la espalda al aire. Me río bajito al ver su cara.

Hace rato me había despertado pero no tenía ganas de levantarme.

Parece que la desperté, porque abre un poco los ojos y me mira un segundo para después poner la cara para el otro lado. 

Su manera de decir buenos días.

—¿De qué te reís? —habla con su típica mala onda.

—Estabas toda babeada, menos mal que no te dormiste encima mío.

—Vos te vivís babeando. —se apoya en los codos y se refriega la cara.

—Por vos me babeo —le digo en broma. Ella me mira por un momento seria y después rueda los ojos.

—Es muy temprano para tanta charla. —dice y vuelve a apoyar la cabeza en la almohada.

Su espalda descubierta me tienta a acariciarla y no reprimo mi deseo. Paso mi mano desde su nuca hasta dónde sus lumbares y la vuelvo a subir.

Nos quedamos un rato así. Ella me mira pero no dice nada.

—Estamos cariñosos. —bueno obviamente tenía que tirar un comentario para romper el ambiente.

—Yo soy cariñoso. —le digo.

Ella se da la vuelta, quedando boca arriba, y yo no me tardo en subirme encima. Hay que aprovechar las mañanas que está medio dormida y no es tan fría.

Nos quedamos unos minutos ahí besándonos y descubriendo las diferentes formas en las que pueden encastrar nuestros labios. Siento que puedo estar todo el día haciendo eso y no me aburriría. La verdad que besarla es algo que me encanta.

—¿Que haces hoy? —picoteo sus labios y me separo para escuchar su respuesta.

—Ahora voy a seguir repasando un rato y a la tarde me toman en el conservatorio. —acaricia mi nuca y el inicio de mi pelo.

Me gustaba cuando estábamos así, no era muy seguido y se daba solamente si estábamos solos, después de haber compartido un momento juntos. No hay muchas chances de que ella me bese así si no estamos teniendo relaciones.

—¿Y después? —me da un beso corto antes de responder.

—Y después seguro sigo practicando y estudiando cosas nuevas que me van a tomar en cualquier momento. —responde para volver a besarme.

—Pero... —me alejo un poco sosteniéndome en mis antebrazos, ella pone los ojos en blanco porque ya la corté mil veces—. Ya estudiaste mucho. Hagamos algo mejor. Capaz podemos...

—Estás muy charlatán esta mañana. Dale levántate que sos re pesado. —bueno se acabó lo que se daba.

Me río sin querer levantarme pero lo hago, no sin antes dejarle un último beso en el hombro.

—Vos sos pesada, dale salgamos o algo.

—Pasame esa remera —me pide reincorporándose. Miro la remera que decía Pink Floyd, una de esas bandas que le gusta a ella— No me gusta salir, Julián.

—Una vez no le hace mal a nadie. —busco mi pantalón que quedó encima del teclado.

—Hace dos semanas fuimos a un boliche, ya ahí cumplí con mi salida del mes. Encima es viernes, ya a las doce voy a estar cabeceando.

—El sábado entonces. —insisto.

Me mira entrecerrando los ojos y suspira.

—Lo voy a pensar. —le sonrío, ya sé que la convencí.

Trátame suavemente | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora