Trátame suavemente | Julián Álvarez

28. Nothing Breaks Like a Heart

Martina le quitó el volumen a su celular y lo puso en modo no molestar. Las notificaciones no paraban de llegarle desde esa noche y habían pasado dos días. Ya era viernes y la semana había sido devastadora para todos.

El miércoles a la noche Emilia se había quedado a dormir en la casa de Martina. Se había convertido el hombro en el que ella lloraba todas sus penas. Escuchó cada uno de sus lamentos y trató de buscar las mejores palabras para consolar su corazón roto.

Martina no pudo dormir escuchando su llanto. No por el llanto en sí. Solo pensaba en que era todo su culpa. En que se había convertido en una persona que no le gustaba ser. Al día siguiente Andrea les hizo el almuerzo sin hacer ninguna pregunta y se fueron al conservatorio a seguir con la rutina.

Emilia encontraba un gran apoyo en su amiga. Aunque por momentos haya desconfiado de ella, estaba segura de que iba a tenerla siempre a su lado.

Esa tarde del jueves habían empezado los llamados. Pero Mar no contestó. A Julián le hubiese gustado ir a buscarla a la casa, o al conservatorio, o a cualquier lado con tal de poder hablar con ella, pero se estaba yendo a Brasil. Ese sábado se jugaba el segundo partido de octavos de la Libertadores, contra Cruzeiro y se había tenido que ir dejando una bomba explotada en Buenos Aires.

Mar no se sentía preparada para hablar con él. Se sentia mal consigo misma por ver el dolor que le había causado a su amiga y se sentía mal por haber besado a otro hombre, cuando amaba a Julián. No tenía idea como iba a seguir todo, pero sabía que no quería hablarlo por teléfono.

Además ese jueves se quedó a dormir en el departamento de Emilia, por lo que no podía estar pendiente de Julián, ella iba a notarlo. Por eso decidió responderle los quinientos mensajes que tenía, pidiéndole que no le hable, porque no podía hablar en ese momento.

Julián se sentía desesperado. Lo ponía como loco estar en otro país y no poder hacer nada. La conocía a Mar, y sabía que la mente le podía llegar a jugar una mala pasada con todo lo que estaba sucediendo. Lo que menos quería era que se aleje otra vez.

Él no sabía si Emilia le había contado a Mar sobre su ruptura, era lo que menos se imaginaba después de que haya sospechado de ellos dos. Tenía miedo de que Martina piense que no había terminado con ella, que piense que habían pasado la noche juntos. Por eso se encargó de seguir llamándola todo el viernes, y mandarle mensajes tratando de explicarle todo.

Julián:
ya terminé todo
se acabó
ni bien te fuiste.
podemos hablar?
ya sé que seguís en la escuela
pero llámame cuando salgas porfa

Martina se colgó mirando los últimos de los cientos mensajes que le había mandado y sintió una opresión en el pecho.

—¿Vamos amiga? —Emilia le habló con la mochila en el hombro y Martina bloqueó con agilidad el celular.

Ni había escuchado que el profesor dió por finalizada la clase. Su cabeza se había perdido cuando les dió los ejercicios para estudiar.

—Sí, sí...

Cuando iban saliendo del edificio Martina le preguntó por el trabajo. Habían estado tantas horas juntas que ya no sabía de qué hablarle. Pero quería hablar de cualquier cosa que no sea Julián. Le había estado carcomiendo la cabeza con el tema y era lógico. La acababa de dejar y estaba dolida. Pero bardearlo y odiarlo no le iba a hacer ningún bien.

No veía la hora de estar sola.

Emilia no había llorado ese día por suerte, pero no tenía la misma cara que tenía cuando la conoció.

—Sí, ahora voy directo al laburo, sino te llevaba para tu casa. —dijo ella.

—No hace falta, Emi.