24. Let me down slowly

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Mar

Sonreí cuando vi la historia en la que me había mencionado Lucas. Hace un rato me dejó en casa después de haber tomado un helado.
Anoche me había hablado para que salgamos pero yo le dije de vernos hoy porque tenía la estúpida esperanza de que Julián me iba a hablar o me iba a ir a ver. Pero no, me quedé toda la noche sola y esperando algo que nunca llegó.

Sacudí la cabeza tratando de no pensar en eso y resubí la historia de mi amigo. La había pasado re bien hoy. Le conté todo a Lucas, necesitaba desahogarme y él me escuchó. Me ayudó mucho a distraerme y no seguir haciéndome la cabeza, Lucas era de esa gente que siempre te sacaba una sonrisa, era un muy buen amigo.

Miré mi teléfono esperando recibir algo de él pero no había nada. Parece que se le estaba haciendo costumbre desaparecer así. No sabía si hablarle yo.
Me fui a dormir una vez más con el teléfono debajo de la almohada y con un nudo en el pecho.

El lunes había llegado, lo que significaba volver a ver a Emilia.

Me dolía sentir esta molestia al tener que pensar en cruzármela, pero la verdad es que me costaba tenerla cerca. Medio que ya no tenía ganas.

Tuve tiempo para dormir hasta tarde pero no dormí una mierda, me quedé dando vueltas en la cama sin parar.

La primera clase que tuve fue de piano, así que por suerte no me la crucé. Pero en las próximas dos clases tenía con ella. Me saludó un poco más fría de lo común, casi ni hablamos durante clase. De cierta manera parecía que la lejanía se estaba formando de los dos lados. Siento que capaz flasheamos confianza muy rápido y después nos dimos cuenta que no había tanta confianza.

—¿Tenés algo que hacer ahora? —me preguntó cuando estábamos recogiendo las cosas.

Me encogí de hombros.

En realidad no, sólo tenía que salir a correr pero lo hacía después de merendar en casa y no tenía que cumplir ningún horario.

—Nop. —le dije.

Me colgué la mochila al hombro y salimos juntas del aula.

—¿Vamos a pasear un rato? Me vendría bien una charla con mi amiga. —le sonreí tratando de que no parezca forzada.

Me sentía como el orto.

Salimos del conservatorio y caminamos hasta la placita que quedaba a tres cuadras del lugar. Nos sentamos en el pasto mientras escuchaba lo que me contaba de su familia. Parece que había hablado con el padre y estaba un poco menos forro, le había permitido que vaya a despedir a su madre al cementerio, ya que antes no quería ni decirle dónde la habían enterrado.

—Así que este finde viajo para allá. —concluyó el tema.

—Que bueno, Emi.

—Sí, creo que me va a servir para zanjar este tema. —dijo—. Pero bueno... igual quería hablarte de Julián.

Jesús.

La miré esperando que siga hablando.

—Como son amigos, capaz sabías algo o simplemente me ayudas no sé... —Emilia sonaba dubitativa y yo me preguntaba de qué me quería hablar.

No quería hablar de él la verdad. Menos con su novia.

—Creo que Julián está con otra. —soltó de la nada.

La miré con los ojos bien abiertos y sentí como se me empezaron a acelerar los latidos de corazón.

—¿Qué? —pude decir.

Estaba medio en shock, no sabía que decirle.

¿Cómo sabía?

Dios.

Trátame suavemente | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora