31. Blue Jeans

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Julián necesitaba pensar.

Habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo y no sabía bien como reaccionar. Por eso prefirió dar un paso al costado y tomar un poco de aire antes de hacerlo. No quería decir cosas que no sentía, hablar en caliente y sin pensar, cómo había hecho Martina.

No la culpaba, sabía que había hablado sin tomar el tiempo de meditar sus palabras, aún así dolió.

No la culpaba de nada, en realidad. Esa fue a la conclusión a la que llegó mientras caminaba por el barrio con las manos en los bolsillos de la campera. Debajo solo tenía un buzo, ya que su remera la tenía ella en el momento de la pelea.

Pensaba que se estaban ahogando en un vaso de agua. Se fue llenando de a poco a lo largo de su relación. Empezando por no confesarse lo que sentían, por tratar de esconderlo bajo la alfombra, cuando no era necesario. Continuó cuando trataron de buscar amor en otro lado cuando lo tenían justo frente a sus ojos. Y seguían de la misma manera, ya sabían lo mucho que se amaban, pero aún así parecían encontrar la más mínima piedra para ponerse en el camino.

Julián no quería más eso.

No quería perder más el tiempo.

No le importaba ese beso, sabía lo mucho que ella lo amaba y si alguien no tenía derecho a reclamarle nada, era él. Le daba la razón a Mar en lo que dijo, ella había soportado verlo con su amiga estando completamente enamorada de él y jamás le había reclamado nada. No se había puesto a pensar en todo lo que le debe haber dolido a ella cada beso que tuvo que presenciar de él con su ex pareja.

Obvio que le dio celos, tampoco iba a mentir. Notó la atracción de Franco hacia Martina en el momento que lo vió. Y no le gustó. Pero pensando las cosas en frío, no estaba enojado.

Sólo quería estar bien con ella. Y tener la certeza de que no se iban a separar más. Y de que ninguno de los dos iba a besar otros labios.

Emilia ya sabía todo. Y aunque le puso mal verla tan angustiada, tampoco pensaba dejar de vivir por eso.

Ya no tenían excusas para no salir agarrados de la mano en cualquier lado.

Mar había estado tratando de dejar de llorar.

Después de pedirles perdón a sus amigos por cancelar la cena, se fue a cambiar la remera de Julián por una remera mangas largas y un buzo. Quería estar sola con sus pensamientos. Valen insistió por mensaje que le cuente lo que había pasado pero ella no tenía ganas de hablar.

Decidió hacer lo que mejor hacía cuando estaba sola.

Cantar.

Y por primera vez, le surgió la necesitad de expresar en el arte lo que estaba sintiendo. Ya no le bastaba con simplemente tocar canciones compuestas por otros artistas. Quería encontrar su propia voz.

Así que frente al piano se puso a tocar un par de acordes de manera repetida y cantaba algunas frases que se le venían a la cabeza relacionadas a todo lo que le estaba pasando en ese último tiempo. Lo que le gustaba lo anotaba para no olvidarse y estuvo así un largo rato hasta que tuvo por lo menos dos estrofas más o menos cerradas. Más allá de lo decaída que se sentía, le gustó sacar algo nuevo de eso.

Estaba triste y decepcionada de la vida. Y lo estaba expresando en ese papel que acumulaba una música compuesta por ella misma. Estaba tratando de distraerse con eso, pero mientras repetía los acordes, su cabeza estaba concentrada en cualquier cosa menos en la melodía que sonaba.

Tenía miedo.

Miedo de que Julián se aleje. Que no confíe más en ella o no quiera seguir adelante con lo que sea que estaban teniendo.

Trátame suavemente | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora