26. Doble vida

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Julián

Suelto un jadeo sintiendo cómo Mar se mueve encima mío. Hacía unos segundos había llegado al orgasmo y ahora me estaba ayudando a que lo consiga yo. La agarro de las caderas observando su rostro contraído del placer y me muevo desde abajo para ayudarla, ya que se encontraba muy sensible. Me muerdo el labio inferior viendo su hermoso cuerpo y esfuerzo unas últimas embestidas hasta correrme dentro de ella.

Se cae sobre mí y yo la abrazo, sintiendo mi pene palpitar dentro de ella. Trato de respirar normal mientras dejo algunos chupones en su cuello y escucho su respiración agitada en mi oído.

—Julián. —levanta su cabeza y me mira.

Levanto una ceja y le doy un beso en el pómulo, esperando que siga hablando.

—¿Qué? —pregunto.

—No nada. —dijo negando con la cabeza.

Se volvió a sentar sobre mí y yo cierro los ojos al sentirme todavía en su interior. Se levanta para que deje de estar dentro de ella y yo me saco el condón para hacerle un nudo y tirarlo en el tachito que había al lado de la mesita de luz.
Mar se vuelve a acostar sobre mi cuerpo.

—Dale decime. —insisití. Volvió a negar así que yo bajé la mano para pellizcarle la cola, escuchando su quejido—. Dale.

—Me dolió. —me miró con el ceño fruncido—. Ahora no te digo.

Acostó la cabeza en mi pecho para no mirarme y yo le acaricié la espalda con lentitud.

—Te voy a pellizcar devuelta. —amenacé.

Volvió a mirarme y sonrió.

Me encantaba verla así.

Contenta.

Quería vivir así para siempre.

—Nada, que sos hermoso.

Me reí y ella me dio un pico en los labios antes de que le diga nada.
Acaricié su cintura y volví a besarla un poco más de tiempo.

—¿Ya te dije que coges como los dioses? —le dije. Ella abrió la boca sorprendida y yo me reí—. Me encanta coger con vos.

—El último romántico. —dijo riéndose—. Igual coincido.

—Y si, si me dijiste que me querés por eso nomás. —fingí indignación, recordando lo que habíamos charlado una noche en Seattle.

Mar puso los ojos en blanco y acercó su boca a la mía para besarme otra vez. Me chapaba con lentitud, introduciendo su lengua en mi boca y generándome mil cosas. Le mordí la lengua despacito en joda y ella se rió en mis labios. Sentí como me endurecía nuevamente debajo de ella con sus besos.

—¿Otra vez, Juli? —habló sobre mis labios al sentirme. Asentí con los ojos cerrados y le agarré la nuca para que no se separe de mí—. No puedo más amor, ya lo hicimos tres veces.

—Ésta es la última, porfa. —bajé mis manos a su culo y me moví debajo de ella, haciéndola suspirar por la fricción.

No sé que tenía, pero la necesitaba todo el tiempo.

—Eso dijiste la última vez. —me deja un último pico y se incorpora con una sonrisa perezosa.

Se desliza más abajo para sentarse sobre mis piernas y estira su brazo para agarrar la cajita y sacar otro preservativo. Lo abre mientras me mira y trago saliva al sentir como me lo pone, bajando la mano lentamente, haciéndome remover impaciente.

Estaba por sentarme para agarrarla pero ella pone las manos en mis hombros y me empuja para que me quede en el lugar.
Me muerdo el labio con una sonrisa, admirando como su cuerpo se mueve para quedar otra vez con sus caderas sobre las mías. Se sostiene de mis hombros para contornear su pelvis sobre la mía y suelto un gemido al sentir su humedad. Subo mis manos por sus costillas hasta llegar a sus pechos y los estrujo a mi gusto, disfrutando de los sonidos que salían de su boca.

Trátame suavemente | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora