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1er día.

Estar listos para lo que viene...

Eso es lo que la capitana les dijo el día ayer al finalizar con la cena antes de que se levantara de su asiento y se dirigiera a su cabina, dejando a los cinco amigos compartiendo miradas nerviosas.

Louis no se puede sacar aquellas palabras de su mente que lo atormentan como fantasmas de la desesperanza. Con Harry abrazado a él y el sol entrando por las ventanas del camarote que dejan ver la inmensidad del mar, el Alfa no puede dejar de pensar en la incertidumbre que le causa ese conjunto de sílabas en aquel tortuoso orden, su mente trabajando en los diferentes escenarios de como la llegada a estas desconocidas tierras puede desenvolverse todos dejándole una desolada sensación en su pecho, al castaño le frusta que ese pequeño don del futuro que le fue obsequiado por la madre luna no lo ha iluminado con algo respecto a lo que esta a punto de enfrentar, ¿o si?

Un toque en la puerta de madera convierte sus angustias en humo, en el segundo golpeteo el ojiazul hunde su nariz en los rizos de su ama intoxicándose con la lavanda que desprende de este, al cuarto toque el Alfa gruñe en descontento, pero se levanta de la cama tratando de dejar al rizado en su pecho sobre el colchón rogando que conserve ese estado de paz en la que se encuentra ahora mismo. Louis camina hasta la entrada del camarote y la abre con cara de pocos amigos.

—Ven conmigo.-dice el Omega pelinegro entregándole una espada de madera al Alfa mayor.

—¿Ahora?-pregunta el castaño parpadeando lentamente entre la espada y el rostro serio de su amigo.

—Ahora.

Las voces de los Omegas suelen ser dulces y suaves, y no es que la de Zayn no lo sea, es solo que el Omega de las tierras de Euftia tiene este don para sonar autoritario y demandante. Louis sabe que no tiene otra opción más que seguir a su amigo o el rechazo a la indicación le traerá un moretón.

—Bien, pero tengo que cambiarme.-cede el Alfa observando su torso desnudo y el pantalón de manta que cubre sus miembros inferiores.

—Tienes tres minutos, te veo en cubierta.

Zayn no permite que el castaño responda, simplemente se da la media vuelta con su propia arma de madera en mano. Louis sonríe, ha extrañado a su amigo. El Alfa vuelve a la habitación a colocarse ropa, pero cuando dirige su rostro a la cama esperando encontrarse con la imagen de su bonito Omega envuelto en cobijas luciendo como el más hermoso de los querubines, se lleva una sorpresa pues el rizado se encuentra hincado sobre la cama con un puchero en sus labios.

—Oh mi dulce Omega, ¿por qué el puchero?-arrulla el mayor acercándose al ojiverde con adoración pintando su rostro.

—Hace frió cuando te alejas.-si es posible el puchero crece haciéndolo lucir aún más adorable.

El Alfa puro no puede resistirse cuando besa el pucherito de su Omega suavemente hasta que una sonrisa aparece en su lugar.

—Lo siento, Omega, pero Zayn quiere que entrene con él.-explica Louis acariciando el pulido rostro del hombre frente a él.

—Esta bien, de todos modos pensaba en buscar a Niall.-el rizado recarga su rostro aún más sobre la trabajada palma del Alfa, seguro mayugada  por el uso de la espada, hasta dejar un beso sobre esta.

—¿Enserio?-pregunta el Alfa girando un pocp el rostro.—¿Le lanzarás otra flecha?, si es así procura que se a la otra pierna para equilibrar las cosas.-la mofa brota de sus palabras como el agua de las cascadas.

Harry se retira de la caricia del Alfa con un semblante de pocos amigos, en ese momento el castaño sabe que es más probable que él reciba otra flecha que su rubio amigo.

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