EVOLUCIÓN

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Lobos de tres metros corriendo entre los árboles a 350km/h, huellas de patas sobre la nieve y marcas de garras en los troncos, su visión se encontraba nublada por la fuerte ventisca y los copos fríos sobre su pelaje y hocico, los únicos sonidos capaces de percibir eran los fuertes latidos de su corazón, su respiración agitada y la voz de Rieka, el Lyko de su esposa comunicándose con él a través del lazo "Cuida de nuestros cachorros"  las mismas cuatro palabras sin cesar como eco en su mente haciendo que su propio Lyko gruña de desesperación al tratar de buscar a su alfa, el enorme lobo blanco aúlla mientras mira a los lados desconcertado, tratando de encontrar a su pareja sin dejar de correr a casa.

El alfa Matt Tomlinson se despierta de golpe con un gruñido, su cuerpo excreta sudor empapando las sábanas que lo cubren, su mano viaja inmediatamente al lugar de su marca justo en su cuello donde reposa la cicatriz de la mordida de su alfa, gruñe en queja ante el ardor que genera sintiendo como si miles de agujas se clavaran sobre su piel, mas no se atreve a abrir los ojos, pues sabe que no verá a su esposa a su lado, no se mueve para no sentir el frío de su fantasma y trata de no respirar para no notar la ausencia de su olor a cítricos, el alfa sabe que su marca se está pudriendo que lo que una vez fue una hermosa cicatriz rojiza que representaba su amor ahora solo es una marca grisácea y podrida carente de vida.

-Pa-papá.-se escucha una voz cortada por leves sollozos, el calor de una pequeña mano sobre su mejilla tratando de despertarlo y pequeñas gotas de agua cayendo sobre su rostro.

Matt abre sus ojos tratando de regular su respiración y se encuentra con el rostro rojo y húmedo de su pequeño hijo abrazado a una manta, la vista hace que el corazón del alfa se rompa en mil pedazos y su Lyko, Terrwyn, se apacigüe un poco convirtiendo tranquilizar a su cachorro en su prioridad.

-Estoy bien, cachorro.-dice suavemente, sabe que su cachorro no le cree ni un poco, lo puede ver en sus ojos, los cuales son idénticos a los de su madre, el alfa abre sus brazos y el pequeño alfita de pelo castaño se refugian en el pecho de su padre aún hipando por el llanto que lo atacó mientras observaba a su padre removerse y gruñir entre las sábanas

El corazón de Matt seguía acelerado y su olor triste y agrio no hace nada por calmar a su cachorro. Vamos Terrwyn debes tranquilizarte, asustas a nuestro cachorro. Matt se comunica con su Lyko, habilidad que Alfas y Omegas han adquirido a través de la evolución durante los últimos milenios.

-¿Mamá volverá pronto?-la pregunta es tan bajita que si no hubiera sido mitad de la noche donde su única compañía son las estrellas y su amiga la luna, el mayor no hubiese sido capaz de oír la voz de su hijo.

La respiración del alfa se corta, su cachorro de seis años lleva todo un año preguntando por su madre y la respuesta sigue siendo la misma cada vez.

-Aun no, cachorro.

-La extraño.-dice el pequeño niño aferrándose al pecho de su padre mientras rompe en llanto una vez más.

La verdad es que el alfa Matt tomlinson puede dirigir a la manada más poderosa de los cinco continentes e incluso mantener la paz en las tierras de Ocean y sus tierras vecinas aún con la ausencia de su alfa a su lado, pero no sabe como decirle a su hijo que su madre no volverá jamás.

Los años pasan y noches como aquella hay muchas, Matt sigue despertado en medio de la noche en pánico mientras su Lyko rasguña su pecho en tristeza y desesperación aullando por su alfa, aquel recuerdo se vuelve su peor pesadilla una que no deja de consumirlo y ahogarlo en en una mar de dolor hasta que Louis, su cachorro más grande,  llega con su manta entre sus manos a acurrucarse con su padre cada vez que aquellas imágenes lo atormentan, cuando sus pequeñas hijas gemelas, Layla y Leah crecen, estas se les unen en aquellas noches de pena, hasta que un día las pesadillas se detienen.