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—¡LOUIS, JURO QUE AHORA SI CLAVARÉ UNA FLECHA EN TU ESTUPIDO Y HERMOSO CUERPO!-grita el omega con lágrimas brotando de sus mejillas.

—Respira, Omega.-trata de calmar el Alfa con la voz más melosa que logra mientras su precioso Omega rizado rompe cada hueso de su mano.

—¡ESO TRATO DE HACER, ALFA TONTO!-gruñe el Omega pujando cada que su cuerpo se lo indica, estruja la mano de Louis y con la otra las sabanas debajo de él.

El Omega de ojos verdes y largos rizos ha entrado en labor de parto, por fin el nacimiento del futuro heredero de la manada fusionada ha llegado. Cuando Harry comenzó a sentir un dolor punzante en su espalda no lo mencionó, pues su Alfa se encontraba fuera cazando con Zayn, y el rizado no quería interrumpir su momento con el pelinegro, pues desde que regresaron a casa el Alfa de ojos azules no se ha querido separar de él, construyéndole múltiples nidos, mimándolo hasta más no poder y follandolo cada que las hormonas del embarazo lo decidieran así. Sin embargo, el rizado estaba tan concentrado en el dolor que se le hizo fácil olvidar que su Alfa podría sentirlo por el lazo, no con la misma fuerza, pero lo suficiente para saber que el Omega estaba adolorido por algo y también un tanto desesperado por su Alfa, aunque no quiera admitirlo. Así que cuando Louis atravesó la puerta de su hogar, una bonita y espaciosa cabaña que el Alfa construyó para ellos, y lo tomo en sus brazos, el Omega se dejó dócil al tacto y sedado por las feromonas de su Alfa, hasta que fue depositado en la camilla de la partera y el olor de su Alfa ya no le fue suficiente para aliviar el dolor de las contracciones.

Los músculos del Omega se concentran en pujar, mientras gritos se esfuerzan por salir de su garganta, sus manos no hacen otra cosa mas que apretar las falanges de su Alfa, mientras sus ojos verdes se dirigen a la ventana.

Hoy es un día soleado, la nieve comienza a derretirse por la llegada de la primavera en los territorios de Ocean, el ambiente que a cada segundo se vuelve más cálido acompaña al primer llanto de Juliette Tomlinson Styles, una Alfa pura con olor a lavanda y café, los copos que caen parecen sincronizarse con las respiraciones de la cachorra, sus padres se encuentran anodados observando a su pequeña utilizando sus pulmones por primera vez, llorando hasta ser depositada en el pecho de Harry, calmada por la tibia piel de su madre y el olor de su padre Alfa, cuando comienza a liberarlo en el aire, antes de besar las frentes de sus más grandes amores.

Sus miradas conectan y no pueden evitar las grandes sonrisas en sus rostros, cuando dale de la cabaña de la partera que ha traído al mundo a generaciones de Tomlinson's, Alfa, Omega y su cachorra se dirigen a la cabaña que Louis y los chicos construyeron en el territorio entre Ocean y Atria.

Louis abre las puertas de su hogar dejando entrar al recién nacido y a su madre.

—Vamos al nido, Alfa, quiero descansar.-dice el Omega con los ojos entrecerrados tratando de que el sueño no le gane ahí mismo.

—Si, amor, vamos.-asiente el Alfa tomando a su Omega en sus brazos estilo nupcial hasta llevarlo al nido en la habitación del bebé, sabe que su Omega querrá anidar ahí, mínimo un par de semanas.

Y es así. El rizado no deja que Louis salga de la casa por nada del mundo, Harry agradece que sus madres y los padres de Louis aún puedan gobernar y asegurarse de que la  manada fusionada  tenga todo lo que necesite. Han pasado dos semanas en las que el Alfa se ha quedado con su pequeña familia, la madre Alfa de Harry le advirtió sobre esto, como los Omegas podrían comportarse después de dar a luz, por lo que el ojiazul se previó con los suministros suficientes para alimentar a su Omega y a él mismo por suficiente tiempo.

Justo ahora Louis se encuentra en la cocina de la gran cabaña preparándole a su Omega un jugo de naranja fresca, un trozo de buena carne y verduras al vapor. Claro también ha preparado una porción para él.

El Alfa sube a la habitación con los tazones de madera en mano. Llega a la puerta y la abre cuidadosamente, tratando de no despertar a su cachorra. Cuando entra observa que Juliette no es la única dormida, su bonito rizado yace envuelto en cobijas con su bebé sobre su pecho.

El Alfa se hinca fuera del nido, acomodado detrás de la cabeza del Omega.

—Amor.-llama el Alfa moviendo un poco al menor, quien parece no querer despertar.—Omega, despierta.-comienza a acariciar sus rizos, ganándose suaves ronroneos peor no la apertura de sus bellos ojos.—Traigo comida, Omega.

Eso parece llamar la atención del rizado, quien busca las caricias de Louis, continúa ronroneando mientras su nariz se mueve con fervor, una sonrisa se pinta en su rostro.

—Resss.-murmura gustoso antes de despegar sus párpados.

Louis ríe con ternura. Agachándose para besar la frente del menor.

—Vamos, precioso, arriba.-el Alfa deja un último y suave beso en los labios de su Omega.

Al despegarse, un par de ojos esmeralda lo observan con amor.

—Puedes entrar, Alfa.-murmura el Omega con voz adormilada y una tierna sonrisa.

Louis toma la comida y la pone en el centro del nido cuando Harry se reincorpora. Después el ojiazul se sienta en el nido justo enfrente de su amado rizado.

El Alfa levanta su mirada cuando siente un par de ojos observándolo, sabe que aquellos ojos le pertenecen a la madre de su cachorra.

—¿Qué pasa, Omega?-pregunta al observar el ceño fruncido del menor.

—Estas muy lejos.-pucherea.

Una sonrisa comienza a estirar la comisura de los finos labios del mayor, Vidarr ronronea en su interior cada que su Omega pide por él y su cercania. Es como sentir uno de esos tónicos especiales de Niall circular por sus venas.

—Se puede solucionar, amor mio.-el alfa llega hasta donde esta el Omega, colocándose detrás de él, atrayéndole a su pecho.

Harry ronronea gustoso antes de tomar su plato y comenzar a llevar el alimento a su boca, al mismo tiempo que alimenta a su Alfa, se siente bien tener tiempo para ellos, dónde simplemente puedan ser y estar juntos. Desde que se conocen la vida se ha basado en un frenesí constante, con la búsqueda de un asesino, las harpías, Montara, las brujas, la guerra, la fusión de las manadas, su embarazo, la llegada se su demandante cachorra, Harry no recuerdo la última vez que pudo recostarse en el pecho de su Alfa y mi mimarlo, alimentarlo y prestarle su completa atención. Pues aunque es un Alfa puro fuerte, dominante e imponente en todos los sentidos, sabe que Louis también necesita demostraciones de afecto, y Harry esta más que feliz de proveerlo con una vida llena de ellas.







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Fin?

Gracias a todos los que se han quedado y me han tenido paciencia con esta historia, no voy a mentir me ha costado, pero la amo y no creo que sea su fin, pero si por ahora.

Les quiero.

—K

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