CAPITULO XII: RECONCILIACIÓN

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—No nos vamos a pelear, lo prometemos. — Aegon sonrió.

—Hmm.—

Alaerys miraba a ambos sin creerles mucho, Aegon golpeó a su hermano en el brazo.

—Sí, sí, lo prometemos. —musitó el menor.

—No les va a durar ni un día. —bromeó en voz baja solo para ella.— Supongo que no me queda otra que creerles.— tomó su espada para entrenar.

Aegon se cansaba mucho más rápido así que comenzó con él, mientras tanto Aemond hablaba con Sir Cole en vez de entrenar.

—Ayer se gritaban y hoy parece que son mejores amigos de nuevo. —se quejo el menor.

—Parece que mantiene una relación muy sólida. —advirtió el sir.

—Es un borracho y un inútil, no entiendo que tanto le ve. —

—Estuvo a su lado mucho tiempo, príncipe, y no creo que le sea muy difícil de olvidar eso. —admitió mirándolos, él preferiría que su hija sea más cercana a Aemond que a Aegon, pero no podía hacer mucho al respecto.

Había desarmado más de cinco veces a su tío sin ningún tipo de problema, estaba intentando ser más suave, pero a veces se olvidaba de medir sus respuestas.

—Ya no puedo más.— Aegon había terminado sentado en el piso.

—Fue mejor que el otro día. —intento animarlo mientras le extendía la mano para ayudarlo.

—Me estas mintiendo. —bufo mientras se levantaba con su ayuda y por supuesto no soltaba su mano.

—No es mentira, duraste mucho más está vez.—

—Podría durar más en otras actividades. —le susurro al oído.

La joven sintió un calor que se extendía por todo su cuerpo y sus mejillas estaban rojas por eso, antes de que pudiera seguir con aquel coqueteo la espada de Aemond se colocó en medio de ambos.

—Si ya no pretendes hacer nada deberías irte. —mencionó el menor a su hermano.

—Bien, bien. —soltó la mano de la joven.— Después seguiremos esta charla. —le acaricio la mejilla rápidamente antes de que su hermano le cortara la mano.

—Así que ya no están enojados entre ustedes. —mencionó el menor señalandola con la espada.

—Y eso te molesta por lo que veo. —levanto su espada hacía él.

—Hmm. —fue lo único que salió de su boca.

Alaerys notó en la forma de pelear del joven que realmente estaba molesto, al menos le hacía entrenar como se debe, aunque admitía que consideraba que si su padre le exigiera un poco más podría llegar a superarla fácilmente, era talentoso o estaba lleno de odio, quien sabe. En un momento lo vio dudar y lo logro desarmar.

—¿Estas bien? —

—Yo debería preguntar eso, acabo de ganarte. —frunció el ceño.

—Estas sangrando. —comento acercándose y tomando su rostro con una mano.

La joven paso su mano por su nariz y sintió la sangre qué salia.— Ah, no es nada. —sonrió un poco para que el otro no se preocupara.— A veces me pasa. —sintió como el joven aprovechaba la cercanía para acariciarle el rostro y hacia que esa corriente de electricidad le recorriera su cuerpo otra vez, ambos hermanos hacían que su corazón se acelerara y sabía que eso no estaba bien pero no podía hacer nada al respecto.

Aún cuándo Aemond no estaba de acuerdo siguieron entrenando hasta que ambos estaban cansados como para seguir enfrentándose en serio.

—Pensé que el que tenía poca resistencia era yo. —

Secretos & Deseos {Aemond/Aegon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora