CAPITULO XXXIX: HIJOS

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Alaerys se había levantado antes que Aemond solo para no recibir ni una palabra de su parte, no quería escucharlo, no importa cuánto pudiera entender lo que Aegon le había dicho, la noche pasada, ella sentía demasiado dolor como para ser considerada con él.

Oportunamente se cruzó a su padre en uno de los pasillos y aprovechó el momento para conseguir algo de tiempo a solas.

-¿Me haces un favor? -

-¿Un favor? ¿Qué me darás a cambio? -Daemon recordó entonces a la pequeña Alaerys que había chocado contra su pierna hace muchísimos años atrás.

-Podría considerar ponerle a mi hijo Daemon. -respondió luego de un rato mientras su padre le acomodaba el cabello que estaba sobre su cara, había salido tan rápido que ni se había arreglado.

-Pensé que no estabas a gusto con eso. -

-Al menos voy a sacarle provecho a la situación. -

-¿Qué es lo que necesitas, hija? -

-Entrena con Aemond, no quiero verlo, pero tampoco quiero rechazarlo, así que mantenlo ocupado, al menos por hoy. -

-Si es niña le pondrás también un nombre similar. -

-Eres codicioso, esta bien. -

-Un placer hacer negocios contigo. -

-Te aprovechas de mí. -

-Me pides que entretenga a la oveja número dos, estoy siendo hasta considerado contigo. -

-Deja de decirle así. -

-Eso implicaría algo más a cambio. -

-Dile como quieras. -no tenía, ni quería, más hijos para negociar.

Aemond se había levantado un rato después que la joven así que el par no tardó mucho en sentir sus pasos acercarse.

-Alae...-

-Sobrino, te estaba buscando. -le interrumpió el paso y el llamado.

-Tío... ¿A mí? -eso lo desconcertó.

-Alaerys me había dicho que eras bueno con la espada, quiero comprobarlo yo mismo. -

-Si, claro, primero voy a...-

-¿Pretendes hacer algo más antes que entrenar conmigo? -puso una expresión severa.

-No, tío, claro que no. -por un momento temió por su vida.

Alaerys se escabulló de su esposo (y técnicamente de sir Arryk, aunque a él le ordenó no seguirla.) y terminó en el Jardín de Aegon, los árboles eran lo suficientemente altos y frondosos como para que taparan el sol y casi pareciese de noche. Siempre quería compañía pero hoy no, hoy quería estar sola, o bueno, técnicamente sola no estaba, aquel engendro estaba dentro de ella, eso la agobiaba en sentidos que ya ni entendía, no le quería, no, y a la vez no podía detestarle, no sería capaz de hacer lo mismo que Rhaenyra con ella, esperaba que no llegara a termino, pero si lo hacía lo querría incondicionalmente, no sabía si era contradictorio hasta algún punto pero tampoco podía cambiar como se sentía al respecto. Se terminó sentando en las raíces de uno de los árboles, su corazón dolía, dolía tanto, su ojo se había llenado de lágrimas y simplemente cayeron mojando todo su rostro, pensó que después de llorar tanto con su tío ayer ya no tendría más lágrimas pero no parecía ser el caso ya que paso horas llorando y en algún momento se había dormido allí mismo, quién diría que llorar podría cansar tanto.

Cuándo despertó se dió con que alguien estaba sentado a su lado y que ella había terminado recostada y apoyando su cabeza en las piernas de este, se levantó de golpe cuando reconoció aquellas botas.

Secretos & Deseos {Aemond/Aegon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora