Secretos & Deseos {Aemond/Aegon}

CAPITULO XV: JACAERYS

Ninguno de los dos hermanos abrió la boca en el camino hasta los aposentos de la joven, sabían que ella no había querido decir nada antes y estaban seguros que ahora mucho menos, cuando abrieron la puerta se dieron con que Jacaerys estaba sentado en el sofa esperando a su hermana.

—Jacaerys... —susurro la joven.

—Alaerys ¿Qué pasó? —este se paro acercándose apurado hacía ella, ni siquiera le importo la presencia del par, los ojos de la joven estaban rojos por llorar.

—¿Pueden dejarnos a solas? —Alaerys se giro al par.

—No. —ambos respondieron al unísono y de manera firme.

—¿Perdón? —frunció el ceño.

—No te vamos a dejar sola, eres peligrosa sola. —Aemond habló.

—No se va a quedar sola. —Jace añadió.

—Tienes mi daga y Jacaerys no me deja ni siquiera rascarme, estaré bien. 

—¿Lo sabe? —Aemond estaba celoso y molesto.

—Claro que lo sé, soy su prometido. 

—Jace. —advirtió la joven.

—¿Qué? Ya está decidido solo falta una fecha y es mejor que nuestros tíos lo vayan sabiendo. 

—¿Pueden solo por hoy hacer como que no se odian? Por favor, mí día no puede ser peor. —bufo.

Aemond salió de los aposentos sin decir más nada abriendo la puerta con una fuerza que podría haberla roto, y Alaerys aún no sabía como no estaba rota de los portazos que últimamente estaba recibiendo.

—¡Casi me das con la puerta imbécil! —chillo Aegon mientras salía detrás de él.

—Lo hiciste a propósito. —Alaerys retó a su hermano antes de dirigirse a su cama y sentarse en el borde.

—Claro que no. —se sentó a su lado.— ¿Me dirás que paso?

—Sinceramente no quiero hacerlo. —dejo caer su espalda en el colchón.

—Daemon me lo dira si tú no lo haces. —aviso.

—Solo dejame morir en paz. —reclamó tapando su cara con una almohada.— No, no quise decir eso...

—Ya lo dijiste. —

—No vas a dejarme sola en todo el día ahora ¿No? 

—Exactamente. —le saco la almohada de encima de su cara.— Vamos ¿Qué tan malo puede ser? 

—Daemon mató a golpes a Sir Larys por mi culpa. 

—Oh... 

—Dame la almohada de vuelta. 

Y estuvieron peleándose por la almohada varios minutos, o bueno, en realidad rompieron la primera almohada por jalarla y luego estaban peleando por la otra almohada cuando Daemon llego y los encontró llenos de plumas.

—¿Se puede saber...? —

—¡No puedo creer que lo hicieras! —Alaerys se había parado para ir con su padre.— Te pedí discreción, DISCRECIÓN, no sabrías lo que es la discreción aún si te golpeara en la cara un día. —chillo.

—¡¿Qué esperabas?! 

—¡No lo sé! Pero no esperaba que lo molieras a golpes, si hubiera sabido se lo hubiera dicho a Sir Cole y no a ti. 

—¡Eso ya es caer bajo! —Eso le había dado duro al ego.

—Bueno, quizás deberían tranquilizarse un poco. —Jace se puso entre ellos antes que se maten.— No se que paso porque no me lo dices, pero ya está, ya pasó y gritandose no van a cambiar nada.