CAPITULO XXXIV: BODA

1.7K 174 2
                                    

Cómo habían quedado antes, el Rey Viserys I recibió a los invitados de las casas más importantes y luego se marchó. La Reina Alicent fue quién siguió con aquello, puras formalidades «Agradecemos su presencia.» «Un placer volverlo a ver Lord.» «Escuche del nacimiento de su hijo Lady.» etcétera, etcétera, Alaerys sonreía con las pocas fuerzas que tenía, asentía con la cabeza y así, Aemond tampoco colaboraba mucho siendo que él en general no era de muchas palabras, la cortesía de la Reina se vio forzada a intentar cubrir a la de los novios.
Lucerys tenía un ojo puesto en su hermana, no había dejado que le den vino, al contrario, pidió agua para ella, en un momento notó su rostro, estaba a punto de desmayarse, le puso la mano en la pierna, ya que estaba a su lado.

—Alaerys. —le llamó varias veces.— Quizás estás exigiendote demasiado, aún podemos...—

—No, no, Lucerys, fue solo un mareo, nada más. —mintió.— Puedo hacerlo. —

—Traiganle algo dulce a la princesa. —ordenó la Reina mirando a la joven preocupada, eso era una pésima idea, ella debería haberse quedado en cama para reponerse.

Todo le molestaba, la luz estaba demasiado fuerte, las voces de todos estaban rompiéndole los oídos, sentía que estaba tan lleno el lugar que no había aire para respirar, y lo peor de todo, no podía sacar de su mente la imagen de Jacaerys cuando hermana oscura lo asesinó. Su estómago se revolvía de solo ver la comida, sentía su cabeza hervir y su brazo ardía totalmente, no solo era la herida, sentía que aquel dolor abrumador le recorría desde el hombro hasta la punta de los dedos, sentía como si le estuvieran aplastando cada músculo que tenía.

—Aemond, necesito un poco de aire. —suplicó en un momento, era demasiado, aquello la estaba volviendo loca, el dolor, la gente, los pensamientos, no podía más.

—Le dire a los invitados... —La Reina estaba dispuesta a cancelar aquello en ese mismo instante.

—No,no, sólo necesito un poco de aire y estaré bien, nada más que un poco de aire. —Insistió la joven.

Aemond había tomado con cuidado de la mano a Alaerys para ayudarla a levantarse, tuvo que sostenerla de la cintura un momento porque se había mareado de tal manera que casi se caía, la joven había apoyado su frente en el pecho de él hasta que se sintió al menos un poco mejor.

—Puedo cargarte si lo necesitas. —musitó.

—No, no, eso llamaría demasido la atención, solo caminemos lento. —

El salón nunca se había sentido tan largo como aquel día, el tuerto tomaba a la joven desde la cintura y con la otra mano le sostenía la mano y el brazo para ayudarla a que recargue su peso en él, justo llegando a las puertas una de las invitadas la golpeó mientras caminaban, Alaerys hizo como si no hubiera pasado nada pero su cara de dolor cuándo atravesó las puertas alertó al menor.

—Alaerys tienes que decirme que está pasando. —

—Lleguemos al patio y te lo explicaré. —

Ya no había nadie así que poco le importó que ella se negara, la alzó en sus brazos y la llevo hasta el patio interno y la dejó sentada en una de las sillas que habían.

—Sir Arryk, traiga al maestre. —ordenó a su guardia juramentado que ya estaba al tanto de lo que había sucedido.— Aemond, ayudame a quitarme esto. —había intentado desprenderse un botón pero ni eso podía.

—Tu cuello...—susurró mientras le iba quitando la prenda.

—Y no es la peor parte. —anticipó.

Él no tuvo tiempo ni para preguntar porque solo descubrió a que se refería.

—Creo que está sangrando de nuevo. —volvió a hablar la joven.— Fue Jace, antes que lo preguntes. —echó la cabeza hacia atrás intentando relajarse, sentía que el aire le faltaba.

Secretos & Deseos {Aemond/Aegon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora