CAPITULO XXXVI: FUNERAL

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Aemond y Aegon estaban molestos, no querían estar ambos en el salón del trono ya que eso dejaba a su amada sola, y la última vez que eso había pasado la joven casi se muere. Pero era una orden del Rey Viserys I que toda la familia real este presente como así también miembros del consejo privado.

Lucerys estaba con su madre, Rhaenyra, Alicent estaba del lado opuesto junto a sus tres hijos, Daemon estaba en la parte de atras, lejos de ambos grupos, la verdad es que ni siquiera había hablado con su esposa, cuando confirmó que, como suponía, había pedido la cabeza de su hija sintió que si la veía la mataría ahí mismo así que prefirió mantenerse al margen por ahora.

—Todos en este salón ya son conscientes de lo sucedido estos últimos días, tanto de la reciente unión de mí hijo Aemond y mi nieta Alaerys, como del lamentable incidente que provocó la muerte de mi nieto Jacaerys. —hizo una pausa mirando a todos sus hijos, era triste como habían terminado las cosas. — He tenido que pensar demasiado este asunto, no fue para nada una desición fácil, pero quiero hacer este anuncio ante ustedes primero, he decidido que la Princesa Rhaenyra, mí primogénita, ya no será mí heredera al trono, desde hoy mi segundo hijo varón, el Príncipe Aemond sera mí sucesor. —

Rhaenyra había tenido la esperanza que solo fuera un enojo pasajero de su padre pero, al parecer, no lo era. No había sido la primera vez que la había amenazado así, aún recordaba cuándo se había negado a casarse con Sir Laenor y este le había dicho que si no lo hacía pondría a su medio hermano como heredero, pero ella sabía que eran solo amenazas, pero aún así había obedecido, y estaba segura que pasaría lo mismo, ya le había negado salir de sus aposentos, pensó que con eso sería suficiente. Aún estaba procesando lo que su padre había dicho, se sentía abandonada ¿Cómo había sido capaz de aquello? ¿Por qué? Por la vida de una tonta niña que no valía nada, porque esa era la verdad, Alaerys no valía nada, siempre en contra de ella, de sus hermanos, testaruda y problemática, insistía en lo que pensó cuando su dragón murió, debió haber sido ella, la vida de ese dragón hubiera sido más productiva de lo que es la de ella ¿Qué podía esperar de una hija que tenía la misma sangre que Criston Cole? Un resentido y traicionero. Ni siquiera habían velado a su hijo todavía y ya habían proclamado a otro heredero ¿Eran esa las prioridades de su padre? Era obvio que también había caído bajo las palabras falsas de la maldita joven, agradecía que no estaba allí porque sino ya le hubiera cortado la garganta, es increíble como manipuló a todos para ascender, y es que bien sabía que ahora ella sería Reina Consorte cuando su padre falleciera.

Lucerys veía a su madre y temía lo peor, aunque sonara mal esperaba verla triste, afligida, deprimida, algo así, pero en cambio la veía furiosa ¿A dónde los llevaría eso? Poco le importaba si ahora Dragonstone le pertenecía a su tío, o si su madre ya no sería Reina, lo que le importaba y preocupaba es cuánta sangre correría por esto, vamos, no era tonto, sabía que su madre querría matar a su hermana, había esperado que con el anuncio de su abuelo ella desistieron pero, por alguna razón, creía que sería lo opuesto, solo había avivado mucho más el odio y las intenciones de su madre por acabar con la vida de su hermana, por supuesto eso no era algo que sus tíos permitirían, estaba totalmente seguro que ellos estaban dispuestos a matar por Alaerys sin siquiera dudarlo, sin contar a Daemon, fuera de que aquella relación de esposos era evidente iba a fracturarse, ahora se preguntaba si ellos no intentarían matarse por la vida de la joven. Y hablando de ella, su hermana aún seguía sin recuperarse, aún cuándo había mejorado y no había pasado tanto tiempo tenía miedo de que por alguna razón empeorase y también la perdiera.

A Aemond le costó tiempo procesar aquello, le parecía mentira o hasta pensó haber escuchado mal, el bando de los verdes estaba encantado, nunca habían estado tan felices, Aegon agitaba a su hermano emocionado, Alicent había terminado abrazando a su hijo y Otto se regocijaba en gloria al ver de lejos el rostro de Rhaenyra.

Secretos & Deseos {Aemond/Aegon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora