CAPITULO 26: Guerrera

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Oswald salió de la habitación de Ernesto, cerrando la puerta, mientras Angélica estaba afuera, esperando una noticia, estaba preocupada, un poco asustada y piensa lo peor. Es un sentimiento, que lo siente en sus entrañas y le produce un sabor de boca, horrible. Ver a Oswald preocupado, le dice que el estado de su esposo, es delicado.

-¿Aún no despierta? - lo miro con su mano en su mentón.

-No, lo cual me preocupa bastante - comento.

-Pero despertará, ¿No? 

Tiene la esperanza de que su esposo despierte y lo que tiene solo sea una congestión alcohólica y no algo delicado, como asegura en el fondo. Ernesto ha sido una persona demasiado fuerte (algo que sus hijos, sacaron de él) desde que lo conoce, siempre está dispuesto ayudar a su gente por las razones correctas. Ha vencido muchas cosas, como por ejemplo: la muerte de sus padres, una guerra, la pérdida de un hijo; todo eso, lo ha hecho una ejemplar persona, capaz de todo y nada puede hacerlo caer... Angélica lo conoce muy bien, desde jóvenes, pasando por muchas cosas juntos, hasta ser un apoyo para el otro y verlo así, le duele no poder saber qué es lo que tiene.

Oswald no está muy seguro, pero él espera que sí, -Espero, pero... ¿Te dijo que vomito hace unos días?

Angélica frunció el ceño, -No - respondió, -Ha estado cansado, más de lo habitual, pero nunca me comento sobre eso.

-¿Y te dijo que tiene pesadillas?

Ella por supuesto lo sabe, hasta ahora, -No, nunca me lo dijo, ahora entiendo porque lo estaba guardando - tiene sentido, ya que estos dos meses, lo ha visto más agotado que antes.

-Llamé a un doctor, le mande una carta y dice que vendrá en tres días. Lo atenderá y así podremos saber que tiene.

Angélica asintió, estando de acuerdo, un doctor puede ser su única solución en esto o tal vez se necesita un milagro, depende de la situación. Oswald se despidió de ella y se retiró. Angélica lo despidió y entro a ver a su esposo, que aún reposaba en la cama, se acercó a él, sentándose en el borde de la cama. Con su mano, acarició su mejilla, la piel de su amado era suave y por primera vez, después de mucho tiempo, recuerda como lo tocaba y viceversa.  

Lo miro, con sus ojos rojos, acumulando sus lágrimas y sintiendo un pesar que no ha sentido desde Alejandro, -No puedes irte así... tienes que despertar, te necesito, tu hija te necesita. Ya no nos queda mucha familia que digamos y los tres somos lo que tenemos, por favor Ernesto... te ruego que despiertes.

Bajo la mirada, sabiendo que lo que dice es en vano, hasta que Ernesto abrió sus ojos. Angélica al verlo despierto, su sonrisa se agrando y sus ojos brillaron, -Hola - toco sus hombros, no quería alarmarlo, -Te desmayaste y has estado inconsciente - le comento lo que le había pasado.

Ernesto la miro, -Bebí demasiado - comento.

-Lo sé, nos diste un buen susto.

-Lo siento, no fue mi intención.

Angélica sonrió, -No te preocupes, lo importante es que estás bien y con eso basta - realmente temía en perderlo, para siempre.

-¿Y Rosalinda? - pregunto por su hija, Angélica se quedó callada.


Rosalinda estaba en la sala de entrenamiento, empezó a girar la espada, un movimiento que ha visto mucho, en especial en Tony. Intento hacerlo, por su cuenta, pero lo único que estaba consiguiendo es que su muñeca le doliera al intentarlo. Ha estado entrenando muy duro, desde que su padre está en esa cama, intentando con todas sus fuerzas, ser la mejor cazadora, pero sigue fallando una y otra vez.

PRINCESA GUERRERA  [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora