CAPITULO 49: Linaje de sangre

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Regresar a casa, siempre es satisfactorio a veces, más bien lo es siempre. No hay lugar exacto que el hogar, todos volvemos de alguna forma a nuestra casa, a pesar de los años.

Vanney y Henrik volvieron a su antiguo hogar, una casa demasiado grande. Con muchas ventanas, una gran puerta, de color blanca y con balcones, que la hacían más moderna a las demás casas. Está estaba, oculta en el bosque y al verla, vieron que no ha cambiado nada, por fuera.

La casa de los Slattely, es una de las casas más importantes del este y a lo largo de estos 500 años, se ha mantenido a pie, a pesar de las circunstancias y los daños que a sufrido en varios siglos.

Vanney miro a la casa y le trajeron tantos recuerdos, algunos buenos y otros... que no quería seguir recordando. Todavía recuerda esa noche, la noche que su padre murió y como se convirtió en la noche más larga de toda su vida. Aún puede oír los gritos en su mente y cierra sus ojos, tratando de no pensar en ello.

Henrik la mira - Yo también lo recuerdo - admite y trata de hacer sentir mejor a su hermana.

- Es difícil superar un trauma, que te marco de por vida.

- No eres la única con un trauma, prácticamente toda la familia lo tiene.

«Tal vez tengas razón» piensa y está consciente que su familia sufrió mucho, después de que su padre murió para salvarlos.

Dejando a su familia sola y desprotegida.

Entonces las puertas de abren, su madre los recibe. Una mujer delgada, su cabello negro, piel blanca, ojos marrones y lo más importante, el collar que los protege de los rayos del sol.

Penélope los recibe y los abraza en cuanto los ve. Se siente tan alegre de volverlos a ver, feliz de hecho, los extraño mucho. Ambos le corresponden el abrazo a su madre, a pasado mucho tiempo, desde la última vez que se vieron.

Cuando se separan, Penélope los invita a pasar.

Ellos entran y se asombran bastante, la casa por dentro es enorme, muchas habitaciones, la escalera de espiral y lo más relevante, es el gran patio que contiene la casa, dentro de ella.

Una mansión en pocas palabras.

- ¿Hace cuánto llegaste? - Henrik le pregunta.

Penélope mira a su hijo - No mucho, hace unas horas, en realidad.

Vanney en cuanto entra, muchos recuerdos llegan a su mente, como un torbellino. Estar en esta casa, hace que sienta la necesidad de apagar su humanidad; son muchos sentimientos encontrados y no le gusta, sentirse tan vulnerable.

Penélope mira a su hija - ¿Estás bien, Van?

«Ya nadie me ha llamado así» piensa y se le hace un nudo en la garganta. La última persona que la llamo de esa forma, fue su padre hace años, antes de morir.

- Estoy bien - miente.

- ¿Segura?

Vanney asiente y entonces ve bajar a un hombre robusto, que conocería a la perfección, las escaleras. Es de piel oscura, su cabello rapado y esa sonrisa amistosa, que conocería en cualquier momento, además, su ropa de cuerpo, muy ajustada para su gusto - Vaya - el hombre los mira ambos -, como han crecido, recuerdo cuando eran solo unos niños.

- ¿Cómo estás Brady? - Henrik lo saluda y le pregunta, dándose un apretón de manos.

Brady sonríe - Ser inmortal, tiene sus ventajas. Me veo mejor que antes - bromea con los hermanos, haciendo reír ambos.

- Brady se quedará aquí, al igual que Mía - comenta Penélope.

Vanney se tensa y Henrik se pone nervioso - ¿Enserio vendrá? - la vampira interrumpe este momento, no le agrada que Mía venga y se quede en su hogar.

PRINCESA GUERRERA  [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora