CAPITULO 53: Las palabras duelen más.

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La señora Clementina estaba observando a Susana todo el tiempo, analizando sus movimientos y cómo la chica se tardaba en escoger algo de sus productos.

Estaba atenta y observando a la cazadora, mientras también guardaba el dinero en la caja fuerte. En cambio, Susana no se decidía en comprarse algo, hasta que optó por comprar frutas secas, como mero bocadillo para el medio día.

Se acercó a dónde la señora Clementina estaba, mirándola cautelosa y demasiado reservada, que Susana no se dio cuenta. En cuanto la miro a los ojos, noto algo extraño, pero lo paso aun lado — Es todo lo que llevaré — pone la bolsa de frutas secas enfrente de ella.

— Son diez chelines — responde un poco a la defensiva.

Susana frunce el ceño y le parece raro su comportamiento, más no dice nada y saca el dinero de su bolsillo. Se lo entrega, la señora Clementina cuenta el dinero y Susana se da cuenta, que está dudando y eso no le gusta — Son ocho chelines lo que me diste y esto que compraste, el precio es de diez chelines.

— Es broma, ¿Verdad?

— No lo es... además, aun me debes mi dinero. Qué no se te olvide, Susana.

— ¿Cuál dinero? — cuestiona de mal humor.

Clementina suspira — Hace dos meses viniste a comprar algo y dijiste que me lo ibas a pagar, cuando tuvieras el dinero.

Susana no sé acuerda de eso, la última vez que vino aquí, a comprar en está sucia tienda, fue por algo que Tony le pidió. Y ahora quiere su dinero, ja, es ridículo — Es todo lo que tengo — dice, manteniendo la calma.

— Entonces no puedes llevarte nada, así son las reglas... ya deberías saberlo.

Susana está empezando a perder la paciencia, su madre cuando estaba viva, tolero mucho a está señora, pero ella no va a tolerar este tipo de actitud. Respira pesado y aprieta sus puños, mientras sus uñas se clavan sobre su piel y puede sentir como sé arranca la piel con sus uñas. Lo que no quiere, es tener este tipo de problemas, que la hagan perder el control y al parecer, todos quieren conseguir eso.

Hacerla ver como la mala, cuando ellos mismos la están provocando.

— Quiero que te vayas, Susana. Por favor — y aunque se lo pide amablemente, no es la mejor solución y lo sabe.

Susana se enfurece y ya perdió la paciencia en este momento, pero se lo toma con calma (temporalmente) y asiente no queriendo irse. Así que se aleja, dando un paso hacia atrás y entendiendo que no es bienvenida ya.

Claro, podría irse y dejar las cosas como están, sin molestarse en hacer un escándalo. Pero ella no es de las que le hace caso al razonamiento, sino a su mero impulso y agresividad, actúa antes de pensar. Y hace eso, con sus poderes aventando todo los productos de la señora Clementina y ella se asusta, en cuanto hace eso.

Susana la mira y ella se queda quieta en su lugar, sus ojos muy abiertos, el aliento atorado en su garganta y su pecho subiendo rápido.

— Susana, vete de mi local — dice y alza sus manos, evitando que no la ataque.

Pero la bruja no se inmuta y solo se burla de ella — No... no me iré todavía de aquí — contesta, sonando amenazante y con una sonrisa burlona en su rostro —. Apenas estoy empezando — de su mano saca una bola de fuego y sus pupilas se tornan naranjas, asustando más a Clementina.

Lanza una bola de fuego, que la señora Clementina esquiva de inmediato y trata de correr a la salida, pero es detenida, cuando Susana se para enfrente de ella y la empuja, haciendo que caiga al suelo.

PRINCESA GUERRERA  [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora