Capítulo 2: 18 años después

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Un amanecer, siempre es el comienzo de algo nuevo.

Han pasado dieciocho años desde aquella noche, de esa tragedia que afecto a todo el reino, sobre todo desde que el príncipe murió. Desde ahí, han sucedido cosas inexplicables y bastante sombrías. Esos eventos, hicieron que la gente ya no confíe en los alrededores de los bosques y mucho menos, salir de noche. Aunque no es culpa de lo que paso, la familia real fue la más afectada, esto cuando perdieron Alejandro.

Esa noche se perdió la esperanza, pero ahora, el pueblo tiene su fe y esperanza en la princesa.

Ya que todo el mundo sabe, que la princesa tomará la corona y se convertirá en la nueva reina. Es un comienzo nuevo, tanto para la familia, cómo para el pueblo y también para los tres reinos.

Esa misma mañana, en el castillo, la servidumbre estaba preparando los últimos arreglos para la fiesta número dieciocho de la princesa. Había unas grandes cortinas color dorado (símbolo del reino centro), también estaba un gran banquete en una de las mesas y los invitados llegaban en sus grandes carruajes y siendo recibidos por los guardias reales.

Angélica ya estaba ahí, viendo a la gente llegar, ella llevaba puesto un vestido largo color blanco, con un escote en la espalda, su cabello recogido y sonriendo a los invitados, que llegaban. Estaba esperando que Ernesto llegará, pues ellos recibirán a su hija, cuando baje las escaleras.

Ernesto llegó un poco apurado, tenía puesta su corona real en la cabeza y vistiendo de traje rojo con demasiados brillos y en el centro de su pecho, tenía la bandera de su reino, con el centro de un sol. Angélica se alivió cuando lo vio llegar y Ernesto saludo a unos cuantos invitados.

—Lamento la tardanza —se disculpa.

—Llegaste tarde —le murmura cerca del oído.

El rey y la reina se miran, pero ninguno dice nada sobre porque Ernesto se tardo tanto. Y ver toda esa gente llegar o estar en el pasillo, es un poco asfixiante, sobre todo para Ernesto. Han pasado años y todavía extraña a su hijo, esto no es diferente cuando murieron sus padres, es algo que no asimilo y duele bastante.

Ahora que lo asimila, más duele y más se siente culpable. Sobre todo por haber permitido que Alejandro, fuera esa noche y es algo que jamás se podrá perdonar.

Ernesto baja la mirada, toda está situación le sigue afectando y Angélica se da cuenta.

—Yo también lo extraño, no eres el único —dijo su esposa.

—Todos los días pienso en él y... me siento tan culpable por lo que paso.

—Ambos tenemos la culpa, por eso no voy a permitir que vuelva a suceder.

Ernesto la mira.

—Ella no querrá esto... yo no quiero esto.

—Lo sé. Pero es lo mejor para nuestra hija.

Angélica mira a su esposo y Ernesto aparta la mirada, se va y mejor va por algo de alcohol, ya que lo necesita.


Va a su despacho y cierra la puerta, Ernesto toma una de las botellas que hay en su repisa. Ha bebido desde que terminó la guerra, al principio lo hacía solo para olvidar lo horrible que fue y así no sentirse tan miserable, con respecto a sus pesadillas. Pero con el tiempo, fue bebiendo en exceso, hasta convertirlo en una adicción; cuando murió Alejandro, bebió hasta el cansancio, hasta quedarse sobrio y no saber nada del mundo exterior, ahogándose con su propio dolor, él mismo.

Bebió la última botella de ron, la última gota y sintió como el líquido quemaba su garganta, bueno, todo su interior. Ernesto tragó y cerró sus ojos, sintiendo una opresión horrible en el pecho, esa que te quema y te destruye al mismo tiempo. Se le aguaron los ojos, su rostro lo sentía caliente y su respiración subía y bajaba, tratando de contener un sollozo.

PRINCESA GUERRERA  [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora