Ꮺ ָ࣪ capítulo especial (jichenren) 𓂃

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Si había algo que Renjun odiaba era a las personas de mente cerrada, su padre... Su padre era parte de ese grupo de gente. Cada día le llegaba con una exigencia más; Renjun sé bueno en deportes, Renjun necesito calificaciones perfectas, Renjun sonríe más, Renjun habla más, Renjun necesito una nuera, Renjun ten más amigos, Renjun trabaja más, Renjun consigue más socios, Renjun aquí, Renjun acá. Ya odiaba su nombre de tantas veces que su padre lo repetía.   

Pero ¿qué hacía su madre? Ella... Ella era dulce, amorosa, atenta, amigable y un sin fin de buenas cualidades. Sus defectos, viajar por todo el mundo visitando y atendiendo cada una de las empresas que les pertenecían. La señora Huang era la dueña de una reconocida marca de automotrices y, por ende, tenía muchas cedes alrededor del mundo.    

Con su madre viajando, a él le tocaba soportar las demandas de su padre. Ren no tenía una buena relación con su mayor y, prueba de eso eran las miles de disputas que tenían a diario, justo como la de ahora...   

–¡ERES UNA DESHONRA! YO NO TE EDUQUÉ DE ESA FORMA.  

–Tú no me educaste. – Contestó con el semblante sereno. –Lo hizo mi nana, a quien es la única que agradezco haber estado conmigo en todo momento.  

–¡CÁLLATE! Ella solo era una mujer más. Yo te formé a mi imagen, pero veo que no te entró en esa tonta cabeza.   

–¿Ya terminaste? Porque tengo tarea que hacer y tus gritos no me dejan concentrarme.   

El mayor arrugó la frente molesto por la actitud hostil de su hijo. 

–¿¡Para qué vas a estudiar!? Mejor vete a revolcar con cualquiera de tus amiguitos.  

Renjun rodó los ojos fastidiado. Cerró su cuaderno de golpe y lo metió en su mochila. Bajo la atenta mirada del señor Huang, subió a su habitación. Una vez ahí, buscó dentro de la caja fuerte una llave. Tener una madre millonaria tenía sus ventajas, y una de ellas era tener varias propiedades.   

Layla, madre de Renjun, conocía lo hostil que era la relación padre e hijo, por lo que en su último cumpleaños compró una casa sencilla para el pelimorado como regalo.    

Conociendo los alcances de su padre, había preparado su ropa y un poco de dinero para irse en cuanto le hablara sobre sus preferencias sexuales. Una maleta y su mochila era lo único que llevaba al salir de la gran mansión. Tendría que esperar mínimo un mes, tiempo estipulado en que duraría el viaje de su madre, para volver.   

Dos semanas concluyeron por primera vez en completa tranquilad, consiguió un trabajo en una cafetería para asegurarse que no le faltara el dinero. En su tercera semana conoció a un chico rubio, alto de ojos redondos y grandes con unos labios increíblemente gruesos.   

–Buenas tardes, mi nombre es Jaemin y vine hace unos días para confirmar el empleo. – Habló un chico con hermosa sonrisa.   

–Jaemin. – Pensó unos momentos antes de responder. –Oh sí, Jaemin. Pasa por aquí, te daré tu uniforme y te explicaré un poco de lo que debes hacer.   

A él le había resultado sencillo adaptarse a su empleo como barista, por lo que el encargado había dejado a su cargo al nuevo. 

–Por cierto, mi nombre es Renjun. – Se presentó con una ligera sonrisa.   

–Un gusto, Renjun, puedes llamarme Jae si se te hace muy largo mi nombre.   

–Está bien, Jae será, puedes llamarme Ren o Jun, como te parezca mejor.   

Horas transcurrieron con normalidad hasta que el par de amigos que solían ir a diario entraron. Jaemin fue quien los atendió, pero en esta ocasión se sintió un poco observado y, cuando despejó su vista de la máquina, se encontró con un par de ojos alegres que destilaban alegría y emoción, el chico rubio que lo miraba le regaló una sonrisa que lo hizo sonrojarse y apartar la vista.  

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