Ꮺ ָ࣪ capítulo 24 𓂃

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Apenas era su primer día fuera del hospital  y ya estaba dando vueltas por toda la habitación que compartía con Jeno. Sus tres pequeños dormían plácidamente en la cama de la pareja, aunque ellos tenían sus cunas, no quería dejarlos solitos en su cuarto, además necesitaba recuperar las tres semanas, después de su nacimiento, que no estuvo con ellos.  

Caminó hasta su armario para revisar la ropa que aun podía ponerse, al abrir la puerta se sorprendió viendo el desorden en el que estaba. Si mal no recordaba, él había dejado toda su ropa doblaba y acomodada por colores, texturas y temporadas del año, pero ahora todo era un mar de prendas. 

No podía distinguir cual era la de él y cual la Jeno. Suspiró con pesadez jalonándose su larga cabellera rubia. Giró el rostro comprobando que los cachorritos siguieran durmiendo y estuvieran en la misma posición en que los había dejado; al ver que todo estaba en orden con ellos, se dispuso a arreglar el armario.   

–¿¡Cómo es posible que me haya arruinado todo mi trabajo aquí!?   

Se lamentó agarrando los sacos que estaban esparcidos por una larga mesa de mármol que estaba ubicada en el centro del lugar.   

–Esto no es mío.   

Y no se equivocaba, el traje que Jaemin había tomado le pertenecía a Mark, pero él no lo sabía. Lo más seguro era que en una de las tantas ocasiones en las que Jeno llegó a casa acompañado de su amigo, le ofreció quedarse en su recámara y por esa razón su ropa estaba ahí.   

Encogiéndose de hombros echó el saco a la ropa sucia, más bien a la montaña de ropa sucia. Por suerte él tenía prohibido hacer algún tipo de esfuerzo, por lo que se salvaba de lavar toda esa ropa. 

–Mejor voy a buscar bolsas para que así sea más fácil llevarla a la tintorería.

Salió de la habitación para buscar las bolsas negras, no sin antes darle un vistazo a los menores. Regresó con cinco, esperaba no exagerar en la cantidad, pero en su defensa, no estaba del todo seguro que Jeno hubiera revuelto la ropa limpia con la sucia.  

–Discinsi mi imir. – Dijo burlón recordando las palabras dichas por el pelinegro en la mañana antes de irse. –Cómo demonios voy a descansar con todo el desorden que tiene la casa.   

Fue hasta la cama y puso en una pequeña bocina, música tranquila para que sus hijos no se despertaran. Su madre, tanto a él como a Jeongin los acostumbró a dormir con música para que no tuviera que lidiar con el silencio, y Jaemin también quería implementarlo en sus cachorritos, además que él necesitaba inspiración para todo lo que tenía que hacer.   

Con todas las bolsas llenas de ropa llamó a Haechan por un poco de ayuda.   

Conejito, no esperaba tu llamada. No me digas que ya te aburriste de estar en cama.  

–Imposible, pero porque no estoy ahí. – Bufó caminando hacia el cuarto de los bebés. Una vez ahí, puso la llamada en altavoz para poder preparar el biberón de uno de los trillizos.  

¿Cómo que no estás en reposo, Na Jaemin? – El más alto supuso que su mamá Hae se había enojado, lo podía notar en el tono de su voz.   

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