Ꮺ ָ࣪ capítulo 32 𓂃

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Haechan caminaba de una lado a otro, Woobin lo observaba con detenimiento sentado en el sofá doble con su peluche de tigre a la izquierda y uno de pollo a su derecha. Ambos esperaban a que la puerta de la mansión por fin se abriera.    

Hae tenía los nervios de punta a diferencia del castañito, él solo quería que su papá Maku volviera para que pudieran jugar con la pista de carreras que su tío Sunggie le había comprado porque, aunque quisiera mucho a su mamá Hae, no era lo mismo al momento de jugar.  

–¿Cuándo miene Maku? – Ladeó su cabecita. 

–No sé bebé, y ya me estoy desesperando. – Detuvo su andar para mirar con aflicción a su pequeñín. –Woobin...  

–Mane, mami.   

–¿Tú quieres estar con nosotros o con...con ese señor? – Dijo poniéndose de rodillas a la altura del menor.   

Las vacaciones del familia Lee fueron interrumpidas por la llamada del abogado de Mark con la desagradable sorpresa; El señor Bülent los había demandado para obtener la custodia absoluta de Woobin. Haechan quería morirse, pero a la vez ir y asesinar con sus propias manos al padre de Renjun; su amigo les informó antes de su boda el parentesco que existía entre él y Woobin, al principio lo dejaron pasar pues no creía que Bülent fuera tan desvergonzado para reclamarlo.  

Que equivocados estaban, tuvieron que posponer sus vacaciones en El Caribe para venir y dar la cara porque al señor Özkan; apellido al que regresó cuando se divorció de la señora Huang, les dijo a los medios que Mark había comprado a su hijo, por lo que ahora Lee enfrentaba una demanda por paternidad y "venta de menores". Por el momento, lo de la venta del menor ya estaba esclarecido, pero aun continuaban en discusión la custodia de Woobin.   

–¿Con el papá del tío Junnie? – Haechan asintió con una sonrisa de labios apretados. –No. Yo quiero a papá Maku y mami Hyuckie.   

–¿En serio? Existe una posibilidad de que ya no estés con nosotros. – Habló con un nudo en la garganta.  

Woobin hizo un lindo puchero al imaginarse separarse de sus papás y, sin que Haechan pudiera anticiparlo, el menor rompió en llanto corriendo a meterse en el armario pues, según él, si nadie lo encontraba no se lo llevarían.  

–¡NO ME QUIELO IL CON ÉL! ¡ DA MIELO! – Gritó desde su escondite.  

–Amor. – Haechan caminó hasta el armario, una vez ahí se recargó de una las puertas del mueble. –Maku no va a permitir que nos separemos. Si él falla en su intento... Yo... Me encargaré.

–No quielo il con ese señod. – Su vocecita era apenas entendible a causa del llanto.  

–Si tú no quieres estar con él... Nos iremos, los tres, a donde nadie nos encuentre. – Dijo con determinación abriendo la puerta del mueble.   

El pequeño corrió a sus brazos cuando estuvo fuera, se abrazaron por un par de minutos, ambos con sus ojitos llenos de lágrimas. Estaban tan concentrados en su mundo que no notaron cuando Mark entró en la sala.  

–¿Y a mí no me van a abrazar? – Cruzó sus fuertes brazos haciendo un puchero infantil.   

Los castaños se separaron y con sonrisas le hicieron señas al canadiense para que se uniera a ellos. Mark tomó asiento a lado de su esposo y con cuidado puso en su regazo al castañito, quien de inmediato se colgó de su cuello llenando sus mejillas de besos.  

–Les tengo noticas.

Hae tragó con fuerza. –¿Buenas?   

–Pues... – El canadiense hizo una mueca fingiendo descontento. –Lo siento, pero... 

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