The 6'5 Monster and His Green Eyes

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Lo miraste por varios segundos y viste sus ojos perderse en sus manos por largo rato. Luego se levantó y camino pesadamente hacía el fregadero de la cocina, el agua fue lo único que se escucho por varios minutos y cuando viste la tierra proveniente de sus uñas hacer círculos en la corriente hasta el desagüe fallaste miserablemente en contener tu curiosidad.

—¿Qué les hiciste? —preguntaste.

Sus dos manos se aferraron al borde metálico y soltando un suspiro bajó la mirada haciendo que todo su cabello cayera sobre su rostro.

—Las llevé lejos de aquí... —contestó con un susurro sin levantar la mirada.

—¿Pero qué les hiciste? —preguntaste de nuevo dejando de lado la cautela con la que usualmente le hablabas. Te habías mentido a ti misma pensando que no querías saber que había pasado ahí, estabas demasiado cautivada con ese sujeto para sentir esa clase de curiosidad que rayaba en el morbo.

Hubo un silencio y sabías que Brahms había comprendido a que te referías.

—¿Bajaste al sótano no es así? —preguntó sombríamente haciendo que su voz sonara más grave que de costumbre.

—No... —contestaste de inmediato, recordando la advertencia que te había dado alguna vez, luego aceptaste que eras incapaz de mentirle a ese hombre—. Si...

—Te dije que no bajaras ahí... —susurró con un aire de rabia y tal vez un poco de decepción. Viste sus manos apretarse una vez más sobre el desgastado fregadero.

—Tenía que verlo...—contestaste de inmediato en una patética excusa y notaste cual débil sonaba tu voz en comparación de la suya. Habías subestimado cuanto te afectaría no haber seguido sus órdenes.

—No tenías por qué ver eso... —soltó girándose por fin para encarte, el cabello le caía sobre los ojos oscureciéndolos aún más, te atravesó con ellos, con lo frío y despiadado que podía llegar a ser ese color esmeralda—. Te prohibí bajar ahí... —agregó dando un paso hacia ti haciéndote recordar lo desconcertante que podía ser su altura.

—Lo sé... Es sólo que... —balbuceaste mirándolo desde abajo, recordando el incidente de apenas dos días atrás y te lamentabas que la paz en la mansión fuera tan frágil.

—¿Qué? —inquirió mirándote y podías ver que estaba usando una buena porción de su autocontrol.

—Yo quería... — susurraste dando un paso hacía atrás pues habías comprendido de inmediato que en ese momento habías perdido la autoridad que normalmente eras capaz de imponer sobre él. Aunque en su rostro podías ver una intención siniestra, esto era algo diferente al incidente de dos días atrás, esto era diferente, esto era otra cosa.

—¿Hacernos molestar? —preguntó y pudiste ver aunque fugazmente la media sonrisa que se dibujaba en sus rosados labios.

—¿Hacernos? —preguntaste confundida y el sonido de su mano sobre la pared te hizo sobresaltar, no habías notado que te había estado acorralando hasta un extremo de la pequeña cocina.

—¿Te asustó lo que viste ahí abajo linda? —inquirió y cerraste los ojos un momento para evitar que su profunda y despiadada mirada te siguiera robando las palabras de esa forma.

—Ya te dije que no me asustas... —espetaste aún apretando los ojos y el olor de su cuerpo mezclado con la humedad habitual se coló en tu nariz nublando tu juicio de una forma tan repentina que sentiste vergüenza de desearlo en ese momento que parecía estar verdaderamente molesto contigo.

—¿Segura? Te vemos asustada... —susurró y abriste por fin los ojos notando que tan cerca estaban sus labios de los tuyos. Entre la confusión de su cercanía te preocupaste que se refiriera a si mismo como más de una persona.

INTOXICATED [BRAHMS HEELSHIRE X TÚ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora