INTOXICATED [BRAHMS HEELSHIRE X TÚ]

I'm Not Leaving

Hola!! Aquí un nuevo capitulo! Se que han de odiarme por tardar tanto :( pero he tenido días salvajes en mi trabajo y en mi vida también xD. Ojalá les guste, honestamente espero poder regresar a capitulos de extencion aceptable, porque la verdad partes de 2500 palabras se me hace un insulto! Y me siento mal con ustedes. Muchas gracias como siempre por su apoyo y sus lecturas son en verdad mi fuerza para continuar. Las quiero.

PD. Muchas gracias por sus comentarios sobre mi ilustración! He decidido usarla como portada :3 espero poder hacer otras ilustraciones de nuestro querido y amado chico de ojos verdes.

Una cantidad abrumadora de veces habías levantado la mano para abrir la puerta de tu habitación pero te habías arrepentido, lo único que se podía escuchar eran tus suspiros cada que un rayo de decisión te atravesaba e intentabas por lo menos sostener la cerradura.

—Esto no puede ser tan difícil —dijiste pegando la frente a la madera.

Pero lo era. A pesar de sentirte aliviada de estar en ese lugar por tu propia voluntad y no a la fuerza, tratabas de callar la vocecita que insistía que habías decidido quedarte para disminuir la culpa que tenías por haber comprado esa propiedad sin consentimiento y en contra de la voluntad de los fallecidos Heelshire.

Y eso no era lo que más te preocupaba, obviamente Brahms era la mayor razón de no querer salir, te aterraba encontrarte con él, te aterraba saber que pasaría ahora, te aterraba saber que no había más porcelana que los separara.

Negaste con pesadez reconociendo que no podías estar detrás de esa puerta para siempre y que lo mejor era enfrentar lo que sea que tuviera que pasar, lo más pronto posible.

El pasillo estaba completamente vacío, no escuchabas nada del otro lado de las paredes y tampoco sobre el techo, la puerta de la habitación del niño estaba cerrada.

Respiraste aliviada de no tener que enfrentarte a su ojos crípticos, pero pronto la sensación de paz se esfumó cuando escuchaste a lo lejos el sonido de un piano, mas específicamente, el insistente sonido de una sola tecla del piano de la biblioteca.

Cuando llegaste al primer piso las palmas de tus manos estaban completamente húmedas por los nervios. El sonido no cambiaba, era la misma tecla, grave y repetitiva.

Cuando atravesaste el umbral pudiste ver el cuerpo de Brahms tensarse, pero no levantó la mirada y de inmediato entendiste porque.

Habías pensado en muchísimas formas de empezar esa conversación, pero nada parecía ser lo suficientemente adecuado, a decir verdad, pensaste, nada era adecuado en esa circunstancia.

—Podría escuchar algo más que solo una nota... —susurraste animándolo a tocar algo más.

Sus dedos se detuvieron de inmediato, su mirada clavada hacía abajo, desde ese ángulo jamás habrías podido imaginar que el otro lado de su rostro estaba completamente marcado.

—Escucha... —dijiste mordiendo ligeramente tus labios. Una parte de ti te urgía a salir de ahí pensando que no había necesidad de decir nada, pero la otra sabía perfectamente que lo que más le había faltado a ese hombre era hablar, cara a cara y no a través de un muñeco—. Sólo quiero que sepas que la razón por la cual me quede fue para ayudarte...

Eso era lo único que sabías con certeza, y era lo primero que querías que el entendiera, era para ti el primer paso para su rehabilitación. Brahms miraba sus dedos y como siempre no tenias ni la menor idea de que estaba pensando.

—¿De acuerdo? —preguntaste tratando de incitarlo a que siquiera te mirara. Te diste la vuelta para tomar asiento en el otro extremo del banco, pero el pelinegro hizo un movimiento de querer irse antes de que lo vieras de rostro completo.