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24 de agosto de 1995. Hoy era mi cumpleaños.
Me desperté estirandome en mi cama y me negué a levantarme aún, pero mi madre abrió la puerta y saltó sobre mi para felicitarme. Me abrazó y me besó la cara mientras mi gato Greg se unia a ella, haciendome caricias en la espalda con la cabeza.
- ¡Han llegado regalos para ti!- gritó mi madre, como si los regalos fuesen para ella y no para mi.
Le dedique una sonrisa cansada y le di un beso en la mejilla.
- Ahora bajo a verlos. ¿Sabes si Her va a venir al final?-
Hermione vivia en el mismo pueblo que yo. Es mi mejor amiga desde que entre en Hogwarts, junto con Harry y Ron.

"-Es levioosa, no leviosá- escuché a aquella niña que aparecio en nuestro vagón de tren corregir a un pobre Ronald perdido y malhumorado.
-¿Si tanto sabes, por qué no lo intentas tu?- le espetó Ron. La cabellera marrón rizada de la niña pegó a Ron en la cara cuando se giró hacia su pluma y con un toque de varita la hizo levitar. Me quedé asombrada ante la técnica y la maestria, siendo tan pequeña. Al finalizar la clase me acerqué.
-Hola, soy Laura Foster.
-Hermione, ¿necesitas algo?- la noté a la defensiva y algo asustada. Ron y Harry me habian dicho que era simplemente una sabelotodo que lamia el culo a los profesores, por eso jamas me acerqué. Pero algo en mi al verla conjurar me dijo que me acercase. Hasta hoy."

Yo vivia alejada del pueblo, que ya de por si era bastante lejano de la civilización en si. Mis padres querian privacidad, y les entendia.
Mi madre adora escribir, y lo que empezó siendo un pasatiempo, acabo llevandola a los tops de ventas de todo el mundo muggle y mágico. Sus historias llegaban a los más pequeños y y a los más ancianos, dejandoles con el corazón encogido y con ganas de más. Siempre con ganas de más.
Mi padre trabajaba de redactor en el Ministerio de Magia, un cargo importante pero que él disfrutaba enormemente. Les unió la pasion por las letras, las historias enrevesadas... asi que comprendia porque viviamos tan lejos.
- Su madre envió una carta diciendo que la traerian hoy, ya con todo preparado para ir a la madriguera por la tarde- me miró detenidamente y suspiró- te haces mayor, y no me gusta.
- En algun momento tiene que pasar. Anda, bajemos a ver los regalos. Y a desayunar, me muero de hambre.
Greg escuchó desayuno y se impulsó hacia abajo de la cama maullando exigiendo su comida.
Bajamos las escaleras de madera blanca y ahi estaba mi padre, en la cocina tipo "loft". Me abrazó mientras esperaba a su café.
- Todos los paquetes de ahi supongo que son para ti- alzé la vista para encontrarme con paquetes envueltos.
- Primero quiero comer tus deliciosas tortitas, los regalos pueden esperar- comi mientras hablaba con mis padres sobre cosas varias.

Al terminar me dirigi nerviosa hacia la montaña de de paquetes.
Me llamo la atención uno que no estaba envuelto, que parecian unas grajeas de sabores que venian en una bolsa como si fuese droga. Dentro habia una nota, pero no me cabia duda que eran de George y Fred Weasley. La nota decia que no probase ninguna sin ellos, pero que no tenian otro regalo para darme por mi cumpleaños. Que humildes.
El siguiente que abrí fue el de Ron, que supuse que lo habia hecho su madre, ya que era un jersey azul de lana bastante grande para mi tamaño. Tambien venia con una nota diciendo que su madre se habia empeñado en enviarlo y a él se le habia olvidado comprar un regalo, pero que me lo recompensaria. Tipico de Ronald.
Hermione me regaló un libro de Sherlock Holmes, de los que tanto me gustan, con una carta con la que una lagrimita amenazo con salir. Como la queria.
Abrí un paquete mediano de Harry. Se me escapó un grito de emoción. Eran unos lápices de colores mágicos que daban vida a los dibujo.

"Mi madre me metia prisa por las ajetreadas calles de Londres para llegar al metro. La gente no paraba de hablar acerca de ella y de mi, se nos quedaban mirando. Pero no me afectaba en absoluto. Al llegar al andén un chico me tiró de la camisa.
- Perdona, ¿sabes donde puedo encontrar el andén nueve y tres cuartos?- me preguntó tímidamente. Mi madre se quedo de piedra, parada en mitad. No sabia porque pero presentia que le conocía.
-Claro, justo nos dirigiamos a él, ven con nosotras- le dije amablemente cogiendole de la mano. Mi madre nos situo delante de una paredes con nuestros carritos y echamos a correr hacia la pared. Al traspasarla encontramos el Expresso. Mi madre aun seguía palida por la aparición de aquel niño con gafas. Me despedí de ella y el niño me paró
-¿Puedo quedarme contigo? No conozco a nadie- aquello me enternecio y acepté. Pero empezaron los comentarios, susurros, hasta que escuché uno claramente
-El niño que sobrevivió- en ese momento me entró un escalofrio, pero no queria incomodar al que me acompañaba con una gran sonrisa, y  lleve dentro del Expresso al mismísimo Harry Potter.
No queria no imaginarme lo egocentrico que seria por ser el "elegido". En cuanto pudiese me iria.
Ya en el vagón colocamos nuestras maletas y de la mia salió volando un pequeño trozo de papel. Harry lo atrapó y se quedo mirandolo asombrado.
-¿ Lo dibujaste tú?- al ver que no le respondí comprendió que ya sabia quien era él, y se desanimo un poco- Por favor no me preguntes si soy él.
Lo dijo con pena, hasta con temor. Mis ojos se abrieron y algo me aprisionó el pecho.
Me senti mal por juzgarle, porque lo hice, al menos por un segundo. Pero me deshice de esos pensamientos h le dedique una sonrisa.
- Si, lo dibuje yo, es mi madre- él me miro agradecido y me sonrío "

Habia un paquetito envuelto en un papel verde. Lo cogi, no se me ocurria de quien podia ser. Lo abrí y descubrí una pequeña cajita de terciopelo verde y al abrirla mis ojos se iluminaron. Era una gargantilla de oro, con un corazon negro de obsidiana. Venia acompañado de un aroma a perfume de roble dulce que conocia a la perfección. Abri la nota con cierto nerviosismo en la que ponia:
"Vi el collar en un escaparate de Londres y no sé porque pensé en ti y en lo bien que se te veria puesto.
Espero verte este año Foster.
Sebastian Sallow"

Prejudice [ sebastian sallow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora