Vergüenza

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Odiame, odiame, si quieren que me rompas, el amor es para los débiles y los inquietos.

El vicio - Sonata Arctica

Vergüenza: Sensación humana de conocimiento consciente de deshonor, desgracia o condenación.

Recuerdo aquella vez tal como si fuera hoy.

Ingreso al baño cuando yo ya me había aseado, tomándome por sorpresa. Pasmada, no reaccioné.

Y sin poder hacer nada, sus ojos me escrutaron cuando mi toalla cayó al suelo. Su vista recorrió por entero mi anatomía y se posó en mi cabello húmedo, en mis ojos perlados abiertos por completo. Vi como descendía por mi pálido cuello y seguía avanzando por mis pechos desnudos, goteando por el agua que dejaba caer un mechón de mi pelo; mi abdomen, mi pubis cubierto de suave bello oscuro, mis muslos, mis piernas temblorosas.

Sus ojos similares a los míos me absorbían y me sentí, por primera vez en mi vida, ultrajada.

Cerré los ojos con fuerza, tratando de no sentir más aquella mirada, intentando no mirar directamente donde su rostro, a sus ojos, aquellos que me robaban mi esencia, mi pureza, mi inocencia. Cuando al fin mis piernas reaccionaron, tomé la toalla del suelo y salí corriendo del cuarto de baño, blanca como las baldosas a mis pies.

Sólo cuando llegué a mi cuarto caí al suelo de rodillas y lágrimas cayeron por mis lacrimales; enrojecí. Aún sentía cada pequeña parte de mi piel en sus pupilas. Él había sido el único en verme así, algo que sólo reservaba para Naruto-kun.

Por un momento, había sido suya; sólo suya.
.
.
Entré al baño para bañarme, pero jamás esperé encontrármela allí.

Se sorprendió al verme y su toalla cayó al suelo; sus ojos me miraban con una honda sorpresa.

Admiré demoradamente aquellas gotas transparentes en su cabello, bajando por su cuello y sus pechos, recorriendo su vientre plano. Admiré sus muslos bien torneados, su intimidad, aquella reservada sólo para el elegido.

¿Dónde quedó aquella niña frágil?

Se veía tan hermosa, tan mujer, tan salvaje con su cabello cayendo a ambos lados de su rostro; como una presa asustada siendo observada por su cazador. Despreciada siempre por todos, sumida en el dolor.

¿Cómo no pude verlo antes en sus ojos, cómo me pasó tan desapercibido el hecho de que ella sentía tanta tristeza?

Fue en ese momento cuando una vergüenza inmensa se apoderó de mi ser, y enrojecí, el calor inundó mi rostro. Tuve miedo de que me hubiese descubierto, de que se hubiese dado cuenta, dejando desnuda mi fachada de dureza.

Pero ella sólo atinó a agacharse, tomar la toalla del suelo y marcharse corriendo; como si yo jamás hubiese estado allí.

30 ViciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora