Poco después...
Terry había decidido ese día caminar por las calles de NY y respirar un poco. Aunque Susanna no resultaba ser cantaletera, su sola mirada lo derrumbaba y lo invitaba a decirle a veces cosas de las que él sabía que eventualmente se arrepentiría. Por otro lado, sin embargo, se sentía en casa con ella. Quizás era que su amor por las tablas los unía más y más cada día. ¿Pero qué sentía él por ella fuera de una atracción física y quizás de gustos similares?
Se había prometido regresar con ella luego de lo de Rockstown, pero algo también lo alejaba. Quizás era el recuerdo de una pequeña pecosa, que a veces lo hacía sonreír. Era lo único más allá del teatro que lo hacía sonreír. Ni siquiera sabía, después de tanto tiempo, lo que había pasado más allá de esa partida de NY de Candy y sus nuevas responsabilidades. A veces había querido huir para buscarla, pero qué le ofrecería. Y más aún, a dónde la buscaría. ¿Todavía seguiría viviendo con Albert en ese departamento de la ciudad? No, no creía. Albert debió haber recuperado la memoria y recordado si tenía familia, hijos, y ahí sí que no cabía Candy en su vida tampoco. Eso era lo único que lo sostenía de ese recuerdo. No le gustaba para nada que ella se hubiera ido a vivir con él, lo admitía ahora que estaba sobrio, pero si una cosa era segura es que Candy nunca hubiera abandonado a Albert por nada. Ese recuerdo, que en otras ocasiones le dio tantos celos, ahora no era prácticamente nada. Aparte, él sabía que Albert nunca se hubiera aprovechado de ella.
Así, mientras caminaba por las calles, de pronto se adentró en uno de los tantos parques que visitaba camino al teatro. Vio familias todas juntas, mamá y papá con sus niños. En sus circunstancias, no había forma de tener familia con Susanna. Lo más, quizás podrían adoptar un niño del Hogar de Candy cuando se casaran, pero quién lo cuidaría. Susanna no podía corretear a una criatura, y él se la pasaba en sus ensayos. No, había que esperar un tiempo más.
De pronto, vio un estante de periódicos y revistas y compró un diario. No era raro que lo hiciera. En sus soliloquios semanales solía hacerlo varios días de la semana, en especial porque aún recibía alguna que otra crítica de su "vida bohemia" en Rockstown, y como la Compañía Stratford había sido más que generosa al admitirlo luego de esa "hazaña". Con la lectura rápida en mente, se sentó en un banco, y lo abrió buscando alguna crítica a su "miserable desempeño" de hacía meses. Estuvo así un rato hasta que algo atrajo su atención. En las páginas sociales, de pronto, tuvo una visión en rubio; buenos dos. "¿Candy y...ese es Albert?" De pronto le llegó el recuerdo de Rockstown de nuevo. "Claro, ese que me visitó era realmente Albert. Ahora recuerdo que no lo reconocí porque era...¿rubio? Entonces todo fue verdad. Un momento, y esa es Candy, aún con él, qué es esto". Entonces se puso a leer la noticia. "Multimillonario William A. Ardlay hace su presentación en sociedad durante la fiesta de compromiso de su protegida, Candice White Ardlay y ¿Neil Leagan? ¿Candy comprometida con Neil Leagan? Pero si Neil Leagan la odiaba ¿y ahora esto...? Pasan muchas cosas cuando uno está lejos".
Y continuó leyendo.
"El excéntrico multimillonario se supo que vivió con su protegida unos tres años luego de haber perdido la memoria de regreso de su labor voluntaria en una clínica mixta en África. La familia Ardlay estuvo ese tiempo buscando a William Ardlay, pero no se sabía de su paradero. La Srta. White declaró que sólo lo había conocido como Albert, y que no sabía quién era hasta unos días antes de su presentación. Ella lo había conocido años antes como un vagabundo que se había introducido dentro de la propiedad de Lakewood perteneciente a esa familia".
"¿Lakewood? ¿Albert es dueño de Lakewood? Pero qué es esto, por Dios", preguntó Terry al aire. Sí, Terry recordaba muy bien a Lakewood de cuando era niño. No, nunca entró, pero esta era una propiedad famosa por su belleza natural dentro y fuera de la propiedad, objeto arquitectónico que aparecía en revistas de aquella época...
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No me dejó alternativa...
FanfictionCuando William, un hombre de la alta sociedad escocesa, conoce un día en la colina a una chiquilla llorona de tan solo 6 años, su mundo cambia en un momento. Es ella, Candy, la que le da sentido a una vida vacía, de pérdidas y tragedias. Pero no tod...