No me dejó alternativa Cap. 13

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Albert respiró profundo en ese momento. Por alguna razón, la vida le adelantaba el propósito que tenía en frente, y tenía que sacar el valor para decirle por fin esa verdad que pesaba entre ellos. Sin embargo, era difícil, las palabras no salían de sus labios. Candy se dio cuenta.

"Por qué no me dice la verdad, tío abuelo", dijo ella con un tono mezcla de sarcasmo y curiosidad al mismo tiempo.

William levantó la vista para ver sus esmeraldas encendidas. Sí, ella tenía toda la razón. Llevaba tanto tiempo tratando de decirle algo que sonara razonable, pero ahora, que tenía la oportunidad perfecta, la misma se le escapaba de las manos como arena.

"Vamos, Candy. Regresemos al solario...por favor".

Candy continuaba molesta, pero más sosegada.

"Está bien, Albert...tío William. Pero espero que entienda mis razones para irme y no volver a verle, ni a usted ni a su familia", le dijo, aunque inmediatamente se arrepintió.

"Ven...", le señaló el camino de vuelta al darse cuenta de que ella no quería ni que la tocara más, e ignorando un poco esto último que le dijo.

Candy caminó delante suyo y ni siquiera se giró para mirarlo, como había hecho con Terry las dos veces que se despidió de él. Y Albert lo entendía; de algún modo estaba haciendo lo mismo con él. Así que, por una vez en su vida, tenía que sincerarse de tal manera que Candy cambiara de opinión de algún modo, algo que no sería para nada fácil.

En el momento en que cerró las puertas, y le ofreció un té, que ella aceptó con la condición de servirlo, él se sintió más cerca de ella, aunque con los nervios, Candy hizo un reguero y le hizo la observación.

"Aún estoy nerviosa, Albert".

"Deja, que yo lo sirvo", y aprovechó para rozar sus manos mientras tomaba la cucharilla de sus manos, lo que provocó otro sonrojo de su parte. "Vamos, siéntate", y ella se sentó en el otro extremo de la mesa, a distancia, para mantener las apariencias.

Ya servido el té, Albert comenzó con la historia que debió contarle ciertamente hacía tiempo, pero que ahora se veía obligado, por las circunstancias, a hacerlo. La realidad es que fue mejor así. De sus labios, la verdad sonaba mucho mejor que algo planificado:

"Candy, perdóname por no haberte contado esto antes. Créeme que ha sido duro para mí también. Llevaba mucho tiempo guardando este secreto, y cuando...bueno, cuando pasó lo del Magnolia, que recuperé la memoria, sentí cierto alivio al descubrir quién era, pero también pesar por todas las responsabilidades que enseguida recayeron sobre mí. No creas que se te ocultó a ti nada más. Ni Archi, ni Anthony, ni Stear sabían nada. Anthony, por cierto, tenía sólo cuatro años la última vez que lo vi".

"Quién sabía..."

"Por supuesto que Georges, la tía Elroy, Sarah y Raymond, y Vincent Brown... También, siendo que la tía abuela es aún la matriarca, ella sigue las pautas de un comité que se creó cuando murió mi padre. Ellos fueron los que crearon en mí la personalidad de un anciano excéntrico cuando apenas tenía 8 años. De este modo, me escondieron durante años. Había perdido, por cierto, a mi madre al nacer, así que mi hermana fue la que se encargó de mí hasta que murió también".

"¿Tu hermana...?"

"Mi hermana Rosemary..."

"¿Tú eres hermano de la madre de Anthony?"

"Sí".

Candy miró detrás suyo. Vio una imagen rubia y le preguntó a Albert sobre ella.

"Sí, es ella. Es hermosa, ¿no te parece?"

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