Todo fue perfecto de ahí en adelante, excepto que la tía Elroy tendría que lograr que ambos se prepararan para enfrentar un comité que básicamente les hizo la vida miserable tan pronto se enteraron del joven romance, aunque la tía había sido lo suficientemente sagaz como para llevarles el mensaje de que William había sido acertado en mantener a flote los negocios aún los despojos de la Gran Guerra. El negocio de Brasil había resultado la prueba de fuego para él y no sólo fue exitoso en la encomienda, sino que superó las expectativas, así que el comité no tuvo más que decir cuando se les presentó el deseo de William de comprometerse con la novia que no estaban tan contentos de aceptar ante la perspectiva de un matrimonio arreglado que ofreciera una buena dote como intercambio. William, igual que antes su hermana Rosemary, jamás habría aceptado sacrificar su corazón por conveniencia.
En cuanto a Candy, fue un poco complejo lograr que se convirtiera en una dama de sociedad, ya que no le encantaba usar el corsé, aprender no sólo a preparar el té, sino a tomarlo como toda una dama (ahí fallaba un poquito, ya que el meñique no se le levantaba tan fácil y a veces hacía unos regueros increíbles) y menos odiaba la clase de francés que los cursos de dicción para que pronunciara igual de bien que su redacción (esta chica, como decía la Srta. Pony, podía escribir cuentos). Y con Albert habían retomado la costumbre de dedicarse a las actividades que disfrutaban cuando vivían en el Magnolia, como trepar árboles, pescar al aire libre y las cabalgatas por la propiedad, todo evitando que la tía Elroy los viera mientras actuaban como niños. Aún todo lo demás, ya no estaban tristes, y las sonrisas y la felicidad estaban presentes, y era algo contagioso. Hasta a la tía se le vio en esos tiempos más contenta y relajada. Sus últimos años los pasó felizmente con su familia extendida.
Lo único que le molestaba más a Albert que a Candy era la chaperona que la tía se había encargado de que los vigilara día, tarde y noche. Aunque ambos habían vivido juntos tanto tiempo y se habían enamorado básicamente en la convivencia, ya la tía sabía que William se moría de deseo por su novia, y no sabía si podría esperar hasta la noche de bodas para hacerla suya. La realidad es que Candy lo sabía, y se moría de la risa cada vez que se acordaba del pobre Albert pasándola difícil con el asunto, con las duchas frías o lanzándose a cada charca que encontraba no importaba la temperatura. Pero luego se calmaba, y pensaba que esperar no sería tan malo como lo hubiera sido nunca haber descubierto la verdad sobre lo que ella sentía. Y ella, por supuesto, también había descubierto las tres personalidades de Albert como bisabuelo, amigo entrañable y príncipe. Ella también quería estar con él, pero la diferencia era que, ante la posibilidad de que lo que le pasaba no fuera realidad, era mejor esperar y pasar esa prueba. Ciertamente estaba contenta, y nunca pensó que todo lo ocurrido en ese momento fuera una bella realidad, por eso la espera no se le hacía tan molestosa. El tiempo, como siempre, pasaba rápido y la espera no era tan larga para consumar y ser felices...
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UN AÑO DESPUÉS...
Ese hermoso día, la colina se adornaba de colores. Las flores anunciaban la llegada del verano. El cumpleaños de Candy y de Annie ese año se celebraría en la colina con el compromiso matrimonial de Candy y Albert.
Tantas cosas que habían pasado desde el año anterior. Annie y Archi se habían comprometido y sus bodas se celebrarían en unos pocos meses, aunque al principio la tía no estaba demasiado contenta y hubo que negociarle para que no presionara más a Archi con el asunto. Archi por fin había terminado sus estudios y se preparaba para entrar al corporativo con William y con Georges, además de con el escurridizo Roger Ardlay. Annie se estaba preparando para convertirse en ama de casa y tener muchos hijos, aunque también ambicionaba algo más, quizás tomar algún curso secretarial para ayudar en los negocios a su esposo. Patricia terminó también sus estudios y estaba ejerciendo como maestra, aunque planificaba continuar estudios graduados conducentes a un profesorado en la universidad. Gran asunto, que la chica más tímida de ese grupo terminara su carrera, fuera una de las estudiantes más destacadas de la universidad, y lo de tímida, eso había quedado atrás. Mientras estudiaba, conoció a un joven de una buena familia de la sociedad de Chicago y andaba de novia en esos días. Sin embargo, en su mente estaba todo, menos comprometerse como sus dos amigas. Para eso había tiempo. Siempre recordaba a Stear. Él le había enseñado a reírse de sí misma. Para suerte, Eddie, su novio, no le reclamaba ese recuerdo. Igual que Albert con su sobrino, Stear era parte de ella, y nunca lo olvidaría. Eso para él estaba claro. Y ese día, también era parte de la celebración de compromiso en el Hogar.
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No me dejó alternativa...
FanfictionCuando William, un hombre de la alta sociedad escocesa, conoce un día en la colina a una chiquilla llorona de tan solo 6 años, su mundo cambia en un momento. Es ella, Candy, la que le da sentido a una vida vacía, de pérdidas y tragedias. Pero no tod...