No me dejó alternativa Capt. 24

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William en ese momento se sentía en un abismo. Había escuchado todo lo que tenía que escuchar, y ni Georges podía pensar en qué decirle en ese momento. Cuando se habían convencido de que ese fantasma se había desvanecido, entonces ocurría esto. Era algo difícil, aún sabiendo que la Srta. Candy se había decidido por él. Georges incluso estaba seguro de que ella amaba a William, y que haría lo que fuera por él. Pero esto era distinto. Esto era un padre que, aunque por razones egoístas, quería recuperar a su hijo y hacer un buen negocio.

William entonces se agarró la cabeza entre las manos, y Georges no tuvo más que decirle.

Hijo, escúchame, hoy no tienes la atención que necesitas para el trabajo. Si quieres vete a la mansión, a descansar".

"Georges, este señor me ha pedido la mano de mi...de mi Candy. Yo...qué hago con esto. ¿Debo decirle a ella? Cómo se lo digo", comentó casi a gritos William, a lo que Georges cerró la puerta para que no llamara la atención de nadie más.

"William, escucha, no accedas a lo que él te pidió. Mejor es que se vayas a la mansión, y que envuelvas a la tía Elroy en esto. Tú no estás en condiciones de tomar una decisión sensata con el asunto, y quizás ella pueda contrarrestar el ataque".

"Esto es más que un ataque..."

"Yo lo sé, William, pero si de algo estoy seguro es que la Srta. Candy no ama al Sr. Terry. Y ya que el duque desea colocarla en un compromiso para que no se pueda negar, tú debes combatir fuego con fuego. Anda, ve, y habla con la tía, y antes de que Candy se reúna con ella hoy. Esto es mucho más importante".

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A las 9 a.m. Candy caminaba por los jardines aledaños al ala este, con un vestido rosado con toques en seda, y en eso se le acercó Sophie.

"Srta. Candy, la Sra. Elroy me ha pedido que le diga que ella prefiere cambiar la cita para mañana, de modo que usted pueda seguir estudiando. Le ha llegado una visita inesperada y prefiere que no pierda el día. Tiene la libertad de hacer lo que quiera, pero a ella le gustaría que aprovechara el tiempo en la biblioteca".

"Gracias, Sophie, puede retirarse".

¿Una visita inesperada? ¿De quién se trataría? La tía abuela, según le había mencionado Albert, ya no recibía las visitas que antes recibía, y que ella prefería mantenerse adentro y no tanto afuera. Quizás fuera Eliza y su madre. Candy no sabía que tanto Eliza como su madre y hermano se había ido días antes a Florida a vivir, y no se enteraría hasta meses después, pero ni modo, mejor era ni tropezarse con ellas para no provocar roces. Aparte, esa biblioteca del ala principal era un sueño. Y hasta allá se retiró inmediatamente, posponiendo su paseo en el jardín para otro momento.

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"Y bien, William, estamos a solas", le dijo la tía abuela acomodándose mejor en su sillón. "Le pospuse a Candice hoy para recibirte".

"No quería molestarla, tía Elroy, pero hoy ha sucedido algo inesperado y por eso estoy aquí ahora".

"Algo como qué. No más preámbulos, William, que se supone que estés en el corporativo, y supongo que algo muy urgente te ha traído de vuelta. No quiero perder mi tiempo especulando por qué has vuelto cuando te pedí que no lo hicieras".

"En efecto, tía, algo muy importante ha ocurrido. ¿Se acuerda del duque de Granchester, el padre de Terry?"

"Sí, qué pasa con él".

William respiró profundo antes de hablar.

"Hoy se apareció en el corporativo bien temprano porque quería hablar conmigo de su hijo. Pensé que querría que yo, por la relación que tenemos, conversara con él de su parte. Pero no, es algo mucho peor. El duque quiere hablar con Candy para que intervenga en lo de su regreso a Londres".

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