Candy llevaba ya varios días sintiéndose mejor luego de unas pocas semanas en el Hogar. El aire del campo y de su amada colina eran la mejor medicina del alma. Sin embargo, un día decidió ir a hacer mercado en el pueblo. Pero antes, le preguntaría a la Sra. Pony si necesitaba algo.
"Buenos días, Srta. Pony. ¿Necesita algo? Voy para el pueblo".
"Claro que sí, Candy. Si puedes llevar esta carta para la oficina de correos, te lo voy a agradecer"
Candy miró el destinatario.
"Es para Al...para el tío abuelo William".
"Así es, Candy. Tenemos que agradecerle al Sr. Ardlay por su última contribución. Nos ha aumentado la cantidad mensual y debemos expresarle nuestro agradecimiento por tal consideración. ¿No te parece?"
Candy a esto se sonrojó de cabeza a pies.
"No lo sabía..."
"Candy, tú conoces bien a tu tutor legal, así que me extraña que no lo sepas. Él en los últimos meses ha sido más espléndido de lo que antes era. Creo que debemos agradecértelo a ti también. Mmm, creo que deberías escribirle y comentarle que ya sabes lo que está haciendo por nosotras".
Candy bajó momentáneamente la mirada como con vergüenza.
"Es que...no quiero molestar al tío abuelo. Él...él está muy ocupado. Yo...yo no sé qué escribirle..."
"Candy, yo no creo que él esté tan ocupado como para no querer que te comuniques con él. Por qué dices eso. Aparte, tú deberías escribir cuentos. Eres la mejor escritora de este Hogar. Palabras nunca te faltan".
"...él ahora es un hombre muy importante, y yo...yo..."
"Tú qué, Candy".
"Yo sólo soy una huérfana pobre y no..."
La Srta. Pony entendió algo al momento de lo que le pasaba a Candy. Ella sentía un poco de vergüenza, lo suficiente como para no atreverse a dirigirle siquiera unas líneas al Sr. Ardlay.
"Candy, por qué no vas al pueblo, cumples con tus deberes y cuando llegues hablamos de eso un poco más. Creo que estás algo confundida con el asunto, y quiero ser clara contigo".
Candy afirmó con la cabeza, pero la realidad es que no se sentía preparada para esa charla. Tres horas después regresó al Hogar, y trató de pasar desapercibida, pero la Srta. Pony no olvidó esa conversación pendiente que quería tener con ella. Al rato entró en su cuartito y le pidió que no la olvidara. Candy iba a darle una excusa barata para esquivar el tema, pero la Srta. Pony no se lo permitió. Al rato tuvo que entrar en su oficina, con la cabeza baja, como si hubiera cometido una falta.
"Candy, ¿hiciste lo que te pedí?"
"Sí, Srta. Pony", le respondió sin levantar la mirada.
"Está bien, Candy. Siéntate. Quiero conversar contigo sobre algo de lo que no has querido hablar, y sospecho que tiene que ver con el Sr. Ardlay. ¿Te hizo algo que te ofendiera?"
"No", respondió ella bien rápido luego de sentarse.
"Candy, ¿por qué no te has comunicado estas semanas con él? Él ha sido muy generoso con el Hogar, y creo que tiene que ver contigo".
"Es que...no sé...no puedo".
Las lágrimas comenzaban a asomarse. Candy volvió a bajar la vista. La Srta. Pony le pasó un pañuelo que tenía limpio en sus manos.
"Candy, ¿pasó algo con el Sr. William de lo que no te atreves a hablarnos, y que justifique que él nos esté enviando más dinero como para comprar nuestro silencio si nos enteramos?"
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No me dejó alternativa...
FanfictionCuando William, un hombre de la alta sociedad escocesa, conoce un día en la colina a una chiquilla llorona de tan solo 6 años, su mundo cambia en un momento. Es ella, Candy, la que le da sentido a una vida vacía, de pérdidas y tragedias. Pero no tod...