Al otro día, el día de la reunión con la tía Elroy, Candy sentía que había soltado un gran peso de su alma con la conversación de la noche anterior con Archi. Él le había prometido que no diría nada, pero le recomendó que hablara con Albert lo más pronto posible. Lo que ella no sabía era que sus planes de sincerarse con él serían interrumpidos por un nuevo drama.
La tía Elroy había reanudado sus reuniones durante el té ese día, y la esperaba esta vez en la antesala al gran salón donde se celebró su compromiso fallido. Candy entró muy tímida, pero engalanada con seda y terciopelo, para que la tía viera que ella respetaba su gusto por las prendas finas. Pero el rostro serio de la dama lo que le provocó fue más temor que nada.
Dónde estaba Albert, y por qué no le había ni escrito una nota. Albert para ella era su seguridad y ahora estaba sola con esta dama, que más seria no podía lucir. ¿Habría pasado algo?
"Candice, prepara el té".
Como resorte, Candy se apresuró a preparar el té y servirlo. La tía miraba los movimientos ágiles, pero a la vez nerviosos de su pupila, y pensaba que quizás un poco más de entrenamiento, y estaría al nivel de Eliza. Aún así, guardó silencio mientras observaba esta operación. Terminada, Candy miró a su interlocutora.
"Siéntate, por favor", lo que hizo sin chistar. "Candice, tengo que hablarte de algo muy importante y serio".
Estas palabras, luego de la conversación que había tenido la noche anterior, le hacían sospechar que la tía le iba a preguntar lo mismo que Archi.
"Dí...dígame, tía"
"Candice, ayer no les dije la verdad sobre lo que pasó con William. La verdad es que yo le pedí que no se apareciera por acá hasta mañana".
"Pero por qué. No entiendo, tía".
"Quiero que me escuches por favor, con las menores interrupciones posible. Esto que tengo que pedirte es muy importante, pero también quiero saber si estás de acuerdo antes de nada".
"Me asusta, tía".
"Cálmate y escucha. La razón por la que William no está aquí hoy y no estará hasta mañana, es porque para acá viene a esta misma hora mañana una persona muy importante que quiere hablar contigo y conmigo".
"Quién es", de pronto recordó que había fallado a lo encargado por la tía de guardar silencio.
"Es el duque de Granchester".
A esta respuesta Candy simplemente se sonrojó y bajó la vista.
"Pero qué quiere ese señor conmigo".
"Candy, por favor, escucha sin más interrupciones. El Sr. Granchester desea reunirse con su hijo, pero para eso, necesita que tú lo ayudes. Este señor es sumamente insistente, y arrinconó a William con el asunto de incluirte en su petición. William no quería hacerte daño, y pensaba que, aunque esa era una decisión que debías tomar tú misma, me consultó a mí, y me pareció lo más sensato que aceptáramos que viniera a hablar contigo".
"Tía, yo..."
"Candice, no te preocupes por nada. La realidad es que esta charla es con William, siendo que él es tu tutor legal, pero él ha delegado esa responsabilidad en mí".
"No entiendo".
"Candice, es sencillo. Mañana a esta hora y aquí mismo, nos reuniremos con el duque y tú vas a hacer y decir lo que yo te diga. Claro, siendo que tú no pareces muy contenta de recibir a ese caballero, quizás deba ser yo la que hable".
"Sí, tía. Yo, la verdad que no sé qué decirle..."
"Pues bien, también hay otro asunto que es algo más serio que este, por eso también necesitamos que delegues la responsabilidad en mí".
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No me dejó alternativa...
Hayran KurguCuando William, un hombre de la alta sociedad escocesa, conoce un día en la colina a una chiquilla llorona de tan solo 6 años, su mundo cambia en un momento. Es ella, Candy, la que le da sentido a una vida vacía, de pérdidas y tragedias. Pero no tod...