No me dejó alternativa Capt. 26

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Nadie podía prever la reacción que tuvo. Al otro día antes del amanecer, ya había salido hacia el Hogar de Pony. Al menos se despidió de Doug, que fue al único que le dijo lo que haría, y le deseó suerte y buenaventura, además de pedirle que le escribiera para contarle la parte de la historia que quedaba incompleta por falta de tiempo. Aunque él trató infructuosamente de convencerla, no hubo forma de hacerlo, pues Candy siempre fue de actuar, no de pensar las cosas antes de hacerlas. Así mismo había hecho con el asunto de Terry y Susanna, años antes. Increíblemente, esto era más duro y difícil, pero no dudó ni un segundo de lo que tenía que hacer.

No entendía cómo pudo haber pensado que podía cambiar las cosas tan pronto supo la verdad sobre Albert. Y no, no tenía dudas. Albert había estado con ella desde siempre. La había cuidado y siempre acompañado. No, no podía ser ingrata con él, pero por eso mismo, tenía que tomar la decisión que había tomado. Albert había sido muchas cosas para ella, sino todo, pero no podía ser egoísta. Y sí, había escuchado a sus madres decirle que él sentía también por ella, pero con las palabras de la tía Elroy le había quedado claro que ella no era la mujer para él, y no podía empeñarse en serlo. Quizás por eso nunca habían podido concretar nada. Pero no era ella de saberlo. Sospechaba que su presencia haría todo más difícil para él, pobre inocente de Candy...

La realidad es que esta pobre chica estuvo la mitad de la noche redactando sendas misivas tanto para Albert como para a la tía Elroy. La de Albert era una despedida disimulada, para que él no sintiera que lo dejaba sin nada, y un agradecimiento por todo lo que había hecho por ella, mientras que la de la tía Elroy revelaba todo lo demás, excepto ciertas partes que le daban vergüenza sobre lo de su vida con Albert en el Magnolia; la verdad es que ella no sabía lo que le diría al llegar a ese punto, pero era más por el hecho de que en ese punto de la historia era que la relación entre ellos se había vuelto más íntima y cercana, y cómo decírselo sin que sonara mal.

Dormir esa noche no había sido alternativa; ya lo haría cuando llegara al Hogar. Su cansancio, más que nada, se debía más a tanto tiempo que llevaba luchando con eso que sentía. Sí, ahora entendía que era un sentimiento viejo, y que llevaba tiempo con él. Y era mejor que él no lo supiera, no que fuera a buscarla y querer cambiar las cosas por compromiso u obligación. Eso no hubiera sido justo con él ni con ella.

Pero ¿cómo no se había dado cuenta de lo que realmente sentía? Llevaba tanto tiempo en los brazos de su amigo como forma de consuelo. De pronto entendió porque era él siempre al que quería ver cuando sentía que su corazón le pesaba. En otra época, sin embargo, había sido muy niña para entenderlo. Desde el primer momento en que lo conoció, quizás a nivel subconsciente lo había colocado en un pedestal, pero entre medio de sus penas de amor, Albert se había convertido en todo lo que ella había querido para su vida. Y ahora tenía que despedirse de él, porque no podía pensar que el amor lo podía todo. En otra circunstancia probablemente sí, pero ellos ya no eran los mismos, y lo entendió muy tarde.

La carta de la tía abuela era mucho más de lo que antes le hubiera escrito. De hecho, nunca lo había hecho si las circunstancias no hubieran pesado sobre ella. Ahora se veía obligada, porque tampoco podía ser ingrata con la tía. Ella le había ofrecido el mundo, pero lo había hecho por su sobrino más que por nada, o al menos eso era lo que ella pensaba. Y ella no podía ser la causa de que él no pudiera cumplir con la misión que le esperaba.

Con mucho sentimiento le escribió esta despedida a la tía:

"Tía abuela,

Muchas gracias por su acogida. La verdad es que nunca me había sentido tan bienvenida en la mansión como estos días que pasé con ustedes. También le agradezco todo lo que hizo por alejarme de un matrimonio que a todas luces no era el que me convenía. Siento también haber defraudado al duque, pero usted me hizo darme cuenta de que no podía seguir viviendo con esta culpa sobre mi hombro. Nunca olvidaré todo lo que hizo por mí para que yo dejara ir ese peso muerto de mi corazón.

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