El Nuevo Canto del Fénix

4.2K 387 43
                                    

Apenas llegaron a Grimauld Placer, los tres advirtieron que había otras personas en uno de los salones, ya que se escuchaban algunas voces.

—Llevaré a Astoria a la habitación de invitados —indicó Ron en voz baja.

—Está bien. Yo le diré a Luna que suba a verla. Es la única medimaga que tenemos aunque todavía le falten algunos meses para obtener su título.

—¿Lovegood? Ella es extraña —expresó Astoria con una suave sonrisa, entendiendo que no lo decía con ninguna mala intención.

—Pero solo un tantito —respondió Harry sonriente.

Mientras Ron subía las escaleras con Astoria, Harry se dirigió al salón. Al verlo, los presentes lo saludaron, algunos guardaron silencio y otros de inmediato se acercaron a preguntar sobre la situación de Hermione.

Allí estaban: Ginny, Luna, Neville, George y Bill Weasley; y Fleur, esposa de Bill. Faltando que llegaran Percy, Charlie y Ronald, que estaba en el segundo.

—Luna, por favor sube al segundo piso, Ron necesita tu ayuda.

—¿Qué le ocurrió a mi hermano? —preguntó Ginny de inmediato.

—Nada, él está bien. Trae a una chica que está malherida —informó.

Luna se apresuró en tomar un pequeño maletín y sin decir nada más salió presurosa hacia el segundo piso de la casa.

—¿Qué ha ocurrido, Harry? ¿Qué se sabe de Hermione? ¿Dónde está? ¿Qué hará el Ministerio al respecto? —preguntó Neville.

Harry dio unos pasos hasta el fondo de la habitación quedando a la cabecera de la rústica mesa y se apoyó de en la pared de brazos cruzados. Lo que les iba a decir, estaba seguro que no les iba a gustar.

—Bueno, estamos solos. El Ministerio no nos ayudará en la búsqueda de Hermione, así como tampoco el cuerpo de aurores.

Todos se miraron entre sí y no entendieron qué estaba ocurriendo. De ser eso cierto, las sospechas de que el Ministerio estaba siendo manipulado tenían mayor sustento.

—Bennett ha dicho que no pondrá a aurores para que busquen a Hermione, porque confía en las capacidades de ella para defenderse y porque en estos momentos la mayoría de los aurores están preocupados de los sucesos muggles que posiblemente tengan origen mágico. Ya saben, eso del puente en Norteamérica que colapsó y de los extraños acontecimientos meteorológicos en el desierto del Sahara. Aun así, autorizó a Ronald y a mí, a hacernos cargo del caso de Hermione, dejándonos libres de cualquier otra misión.

—Eso indica que estamos como hace cuatro años. La Orden deberá enfrentar esta amenaza sola.

—No tan solos, Bill. Tenemos nuevos aliados —era hora de hablar y de decirle al resto lo que realmente estaba sucediendo—. Apenas lleguen todos, les contaré lo que ocurre. Hay algo que se está gestando y debemos comenzar a actuar. Por lo pronto, deben saber que ya tenemos un par de alianzas, las que hasta este momento han resultado positivas.

—No entiendo, Harry, ¿por qué no me habías dicho nada?

—Era necesario, Ginny. Es un tema realmente delicado, pero con lo ocurrido estimamos que ya es hora de que todos lo sepan.

Al cabo de unos diez minutos se escucharon las voces inconfundibles de Percy y Charlie Weasley que habían llegado, así como la de Ronald que bajaba las escaleras. Los tres ingresaron a la sala, saludaron y se sentaron. Ron se acercó a Harry para tomar su lugar a un costado de la mesa de reuniones.

—¿Cómo está? —preguntó Harry refiriéndose a Astoria.

—Bien, ahora duerme. Ese desgraciado la golpeó demasiado... Luego te explico todo —Harry asintió en el momento en que Luna también se dirigía a ocupar su lugar.

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora