E P Í L O G O

3.6K 231 71
                                    

Me duele más dejarte a ti que dejar de vivir

Me duele más tu adiós que el peor castigo que me imponga Dios

No puedo ni te quiero olvidar, ni a nadie me pienso entregar

Sería inútil tratar de huir, porque a donde voy te llevo dentro de mí.

----------------------


E

l nuevo año acababa de comenzar y los fuegos artificiales explotaron por cerca de veinte minutos sobre el Castillo de los Cristales del Silencio, el que de «silencio», no mucho tenía ese día, se hallaba iluminado completamente, con hermosas cascadas mágicas que tintineaban desde la torre más alta hasta las ventanas del primer piso. Además una música bastante estridente se escuchaba de fondo. El tiempo los había acompañado ya que aquella noche no había nevado y el cielo estaba parcial, pero el frío hacía que las parejas que disfrutaban del espectáculo estuvieran más cerca que nunca.

En un costado se hallaba Melina saboreando un rico pastel, algo aislada del resto. Entendía que pasaría mucho tiempo antes que pudiera encajar y hacer amistades, pero el hecho de que le dieran una oportunidad y que no la rechazaran, ya era un avance.

—Heinz me dijo que tu sueño era tenerla, así que... bueno es tu regalo de Navidad... atrasado eso sí —señaló Severus entregando a Melina un paquete que evidentemente se trataba de una escoba mágica. Ella dejó de lado el plato y tomó el regalo de su padre.

—Oh... ¡La Nube Mágica! —expresó feliz al abrir el envoltorio. Era un sueño que pensaba hacer realidad una vez que trabajara, pero su padre se había adelantado. Con ello podría recorrer el lugar, sería de vital ayuda.

—No estés pensando en salir en este bosque. Es peligroso —le advirtió Severus.

—Oh, bien. Volaré en otro sitio entonces.

—Puedes usarla en los dominios del castillo, pero no te adentres en el bosque —insistió él.

En ese momento Narcisa se acercó y tomó el brazo a Severus, sonriendo amablemente a Melina.

—Gracias por recibirme, tía Narcisa —agregó sincera la muchacha.

—Esperamos que aquí puedas encontrar la paz. Tienes mucho tiempo por delante para aprender —respondió Narcisa cuando cerca de ellos caminaban Hermione y Draco, lo hacían uno al lado del otro, sin tocarse. Ambos no se veían muy felices, pero Melina necesitaba hablar con ella, así que dejó sobre una mesa cercana el regalo de su padre y se acercó a ella.

—Disculpa, ¿puedo hablar contigo? —habló a Hermione pero también miró a Draco como diciendo que era muy importante lo que tenía que decir. Él entendió.

—Está bien —Hermione caminó hacia un costado del castillo junto a Melina. Cuando estuvieron lo suficientemente apartadas, Melina tomó la palabra:

—Yo, solo quiero pedirte perdón por todo el mal rato que te causé. Si en el bosque te hubiese encontrado, no te habría cruciado como lo hizo Clarke y Ben —Hermione asintió—. Pero realmente no sé qué habría hecho, tal vez llevarte directo con Malfoy... no sé... yo... yo no estaba bien. Me equivoqué en muchas cosas.

—Todos cometemos errores, Melina. Mira, yo le borré la memoria a mis padres poco antes de la guerra, pero cuando terminó, no tuve tiempo de compartir con ellos, pues los asesinaron. ¿Sabes cómo me ha remordido la conciencia desde entonces? Tanto tiempo perdido sin disfrutar del amor de ellos... Todos... todos los que estamos aquí hemos hecho cosas que tal vez no sean muy dignas, pero así es la guerra —Melina asintió con tristeza.

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora