TTX

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Hacía casi una hora que Hermione había sido sacada por el guardia que estaba en la sala y Draco todavía se hallaba sentado a un costado de la larga mesa, mientras escuchaba cómo su padre y los otros tres, hacían preparativos para la boda.

¡Qué estupidez! ¿Quién creería realmente que Hermione Granger siempre había estado enamorada de Lucius Malfoy y que este también se había sentido atraído hacia ella? ¡Nadie! ¡Menos creerían que ellos, cual «buenos samaritanos», la habían rescatado de las manos de unos delincuentes! ¡Delincuentes! ¿¡Qué más delincuentes que los que tenía frente a él?! Lucius estaba tan enfrascado en los planes con sus amigos que dudaba que quisiera saber qué pensaba Draco en esos momentos. Aunque a estas alturas poco le importaba la reacción de él.

Repugnancia sentía al escuchar cómo su padre se regodeaba pensando en la reunión que tendría en la noche junto a Nott y Zabini con los cuales quería compartir a su futura esposa. Decía que eso sería para que la sangre sucia entendiera cuál era su lugar y que cualquier paso en falso simplemente le costaría la vida, tal como le había ocurrido a Narcisa.

Draco se puso de pie, debía actuar cuanto antes. Si bien había estado con Hermione toda la noche, aún no sabía qué sentía por ella, pero una cosa tenía clara: ella jamás sería de su padre, ni de ningún otro. Y sabía que ella sentía lo mismo, pues las caricias, los besos y todo lo expresado no era simplemente el cumplimiento a una orden o un castigo: era deseo verdadero con pizcas de... ¿amor? —Dejémoslo en deseo— se dijo Draco, poniéndose de pie e intentando ocultar sus pensamientos que estaban centrados en ella.

—Voy a desayunar algo —informó en señal de disculpa para poder salir de la sala.

—Veo que el gasto de energías de anoche fue mucho, ¿no? —Lucius se había acercado a su hijo y mirado a los ojos—. Te conozco, Draco... soy tu padre. Y podría asegurar que entre tú y la sangre sucia no ocurrió nada—. Draco guardó silencio cerrando su mente—. O puedo también inferir que lejos de someterla, ambos disfrutaron de lo lindo, ¿o me equivoco?

—¿De qué hablas, padre? ¡Cumplí con lo mío! Que no hayas verificado lo que realmente ocurrió, no es culpa mía. Bastaba con que pasaras tu varita por sobre ella y quedarías convencido.

Lucius rió mientras que en un movimiento rápido tomó a su hijo de la ropa y lo pegó en la pared. Los otros tres que estaban en la sala se miraron entre sí, sorprendidos, pero con una sonrisa sádica en sus rostros.

—¿Crees que nací ayer, Draco? ¿Crees que no me di cuenta? ¿Desde cuándo te acuestas con esa sangre sucia?

—No sé de qué hablas, padre. ¡Suéltame! Ya no soy el niño pequeño al cual castigabas por gusto —Draco dio un fuerte empujón a Lucius mientras que un movimiento rápido y certero lo apuntó con su varita—. Si te dije que tomé a Granger a la fuerza, fue porque así ocurrió. Usé magia para someterla. No creas que es lindo tener sexo con alguien que grita y chilla y que se defiende con todas sus fuerzas. No soy como tú, te lo he dicho...

Lucius sonrió al escuchar las pocas creíbles palabras de su hijo, momento en el cual también arreglaba su cabellera. Tomó aire y llevó las manos hacia atrás, ignorando que su hijo lo estaba apuntando.

—En fin... Esta noche, esa pequeña sangre sucia sabrá cuál es su sitio, ¿no así muchachos?

—No cuentes conmigo, Malfoy. Estoy casado. Si mi mujer se entera... ya sabes, es bruja —dijo Edmond Nott.

—Y la mía —agregó Reidar.

—Y yo soy el Ministro. Ganas me dan de participar, pero ya sabes, tengo otros compromisos a esa hora.

—Por lo visto, padre, tendrás que buscarte a otros acompañantes.

—¿Quieres ser tú?

Draco lo miró a los ojos y no pudo disimular su furia, hubiese querido que no fuera su padre y haberle dado un buen puñetazo en la cara. Pero al contrario de eso, se relajó, bajó la varita y la guardó.

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora