Mi Fe Se Desvanece

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Tres interminables días habían transcurrido desde el ataque al poblado de Tintagel, tres días en los que Hermione no sabía nada de Draco. Aquella mañana cuando fueron interrumpidos por Narcisa para ayudar a los heridos, ella vio cómo Draco salía presuroso del Castillo de los Cristales en busca de insumos para el hospital; luego Narcisa le había explicado que su hijo era quien se encargaba de comprar todos los materiales, así como los suministros para proveer el castillo. Para eso tenía que dirigirse a Coronation Walk en Edimburgo, un sector especialmente oculto de los muggles, un centro comercial de los magos, tal como el Callejón Diagon lo era en Londres.

Tenían que buscar formas de mantener el anonimato y una de esas era que Draco pasaba desapercibido en ese lugar. La mantención del castillo era ardua, sobre todo porque Narcisa había podido rescatar solo algunas joyas de la casa incendiada con lo cual había logrado subsistir todo ese tiempo, pero luego de su simulada muerte, le fue imposible acceder a la fortuna Malfoy, (la poca que quedaba) ya que el Ministerio había echado mano a casi la mayoría de las empresas aunque ahora suponía que dada la amistad entre Lucius y el Primer Ministro de Magia, ésta ya habría retornado a manos de su marido.

La misión de Draco era lograr que su padre lo hiciera partícipe de ese dinero y poder entregarlo a la causa, eso sí, sin despertar sospechas.

Por su parte Harry, no ajeno a la realidad del castillo ni de las necesidades del hospital, había aportado con gran parte de su dinero. Lo cual a Hermione también había interesado y quería realizar lo suyo. Veía cómo se esforzaban para mantener el castillo y realizar todo sin ser descubiertos. Para eso tenía que idear la forma de acceder a sus ahorros en el banco de Gringotts.

—Eso es imposible, hija —afirmó Narcisa aquella mañana mientras ambas estaban en la cocina, junto a ellas dos elfos domésticos, fieles vasallos a la casa Black, que se esmeraban en pelar algunos guisantes para el almuerzo—. Te dan por muerta, no tienes cómo tocar ese dinero. Cuando alguien muere sin dejar herederos o un testamento, por lo general el Ministerio de Magia toma ese dinero y lo entrega a instituciones de caridad.

—¿Y eso se demora mucho? Digo, porque quizá aún sea tiempo de evitar que ocurra.

—Por lo general, se espera un tiempo prudente en donde pueden aparecer familiares, no sé si es un año... no estoy segura de eso —Hermione sonrió. Aún había tiempo de rescatar su pequeña fortuna.

—En todo caso, no es mucho mi dinero, no puedo permitir que el Ministerio me lo arrebate... claro, ellos no saben que estoy viva... Estoy segura que puedo encontrar una solución. Veré si Harry o Draco me puedan orientar. Debe existir la forma de elaborar un documento en donde pueda legar el dinero que el Ministerio me dio como recompensa por haber peleado en contra de Vol... del maldito ese. Se lo legaría a Harry y este lo podría entregar sin problemas para el uso en el castillo.

—Dices, ¿falsificar un escrito? —Hermione asintió—. Los duendes son quienes ven esos documentos, será difícil engañarlos.

—La firma será original, lo hay que encubrir es la fecha de elaboración.

—A eso me refiero. Los duendes son perspicaces y difíciles de engañar. Se darán cuenta de que quizá el documento sea reciente.

—Soy buena en encantamientos. Sé que puedo hacer algo. Espero ver a Draco o Harry para hablar con ellos. Sé que me apoyarán.

—Yo también te apoyo, pero me da miedo que por un error, Lucius descubra que estás viva y se vaya en contra de Draco.

—Lo sé, señora Black. Por eso debo analizar muy bien los pasos a seguir. No podemos caer en errores. Sé que Draco me ayudará.

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora