Esos fueron segundos eternos de besarse como si se tratara del último encuentro que tendrían en sus vidas. Draco no quería soltarla, ni ella zafarse de sus brazos, solo ansiaba rendirse a las caricias tan añoradas durante los últimos días. Sentir cómo la tocaba, cómo sus manos recorrían su espalda y cómo ella enredaba sus dedos en el suave cabello de aquel joven que tanto la hizo sufrir en su adolescencia y por quien hoy su corazón latía con fuerza, solo por verlo... solo por sentirlo... solo por oler su perfume masculino...
Pero tenían que respirar y calmarse, pues habían otras cosas que debían tratar, antes de terminar nuevamente enredados en la cama.
Se miraron a los ojos, tratando de controlar los instintos mientras sus respiraciones poco a poco volvían a ser pausadas. Entretanto, Draco le regaló una sonrisa.
—Se nos está haciendo costumbre... Me refiero a que no sé si aún estamos «cumpliendo nuestro deber» —dijo él mirándola a los ojos. Esos bellos ojos marrones que eran el perfecto contraste con su cabello castaño y su rostro angelical, con el cual soñaba noche a noche.
—Yo ya no sé qué pensar, Malfoy. Te he extrañado tanto y...
—Granger, somos adultos y creo que es hora de irnos sincerarnos. Me gustas más de lo que imaginé y durante estos tres años que han pasado no hubo ni un día sin pensar en ti.
—Draco...
Su mano otra vez acariciaba el rostro de él. Eso le encantaba. No pudo disimular su gozo al cerrar los ojos para sentir la suave mano de ella en su piel, luego se la tomó y le besó la palma.
—Esto va más allá de cualquier lógica.
—Lo sé. He confiado en ti, como en nadie... hasta te confié mi vida.
Draco la rodeó con sus brazos y la atrajo hasta su cuerpo. Ella posó su cabeza en el pecho de él para sentir cómo el corazón le latía con rapidez y cómo sus manos acariciaban su cabello.
—Creí que había cometido el error más grande de mi vida al darte ese veneno. Cuando nos retrasamos con el antídoto, de verdad que creí que te perdía —esta vez le besó la frente y luego la apartó un poco, solo para mirarla a los ojos—. Fueron días horribles, Granger. Si no fuera por mi madre y la poción...
—¿Poción? ¿No fueron los medicamentos muggles que me salvaron?
—No, fue una poción que se elaboró aquí en nuestro hospital la que finalmente te salvó.
—Gracias.... gracias por todo. Te has preocupado demasiado por mí.
—Lo seguiré haciendo, no pierdas cuidado.
—Lo sé... —sonrió con cariño—. Lo importante es que tu padre se creyó que había muerto, ¿no?
—A un alto costo, Granger. Deja que me dé una ducha y te cuento todo, ¿sí?
—Sí, claro. No sé si todas las habitaciones del castillo tienen baño privado, pero esta sí lo tiene.
—La mayoría, sí. El castillo ha sufrido varios cambios desde que mi madre está aquí. Uno de esos cambios es en el sistema de alcantarillado, el de electricidad y la calefacción.
Draco dio un suave beso a Hermione en los labios regalándole una sonrisa la cual ella instintivamente retribuyó sonrojándose. Draco lo advirtió, pero no le dijo nada. Amaba cada vez que las mejillas de ella tomaban ese color y su mirada descendía lentamente dejando ver el largo de sus pestañas. Era adorable y mejor se iba a bañar, porque si no, desaseado y todo se la devoraría sin piedad una vez más... la cama estaba muy cerca de ellos, siendo una tentación difícil de eludir.
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Los Cristales del Silencio
De TodoSiete son los cristales que guardan el secreto de la libertad y una nueva profecía ha sido descubierta que vendrá a poner en jaque la seguridad del mundo mágico y muggle. Solo una persona es la clave para mantener el equilibrio. Un Dram...